La exposición a elevadas dosis de radiación suele causar daños irreversibles en las células de los seres vivos. Lo mismo ocurre con el tejido político cuando se expone demasiado a los efectos de la irradiación de los medios de comunicación de masas.

El pelotazo político de Podemos fue una anunciada sorpresa que cogió a los dos grandes partidos con los pantalones en los tobillos. Pero la maquinaria del bipartidismo mediático enseguida se puso en marcha. Para suavizar los contornos electorales del partido de Iglesias se empezó a prestar una enorme atención -y valoración- a un joven Albert Rivera y a su partido: Ciudadanos. Si al PSOE le había nacido un peligroso huésped, capaz de parasitar parte de su electorado, creció también un oportuno alter ego para el PP.

Pero el precio de la fama, en un país que consume muy velozmente a sus personajes, es una muerte rápida. "La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo", le dice su creador a un replicante en "Blade Runner". Pablo Iglesias lo vio venir. Los líderes de Podemos intentaron, antes de las elecciones municipales, un repliegue estratégico para disminuir la exposición a los medios. Las dentelladas del escándalo habían empezado a hacer sangre en la carne de Juan Carlos Monedero y el dinero de Venezuela, en Iñigo Errejón y su sueldo en ausencia de la universidad o en el ámbito de la propia pareja de Iglesias, Tania Sánchez, que "no sabía" (anda, como la infanta) que había dado una concesión a su hermano. Los héroes anticapitalistas empezaban a pasar por las fauces de la bestia mediática. Así que un paso atrás todo el mundo. La pareja sentimental se rompe y Tania sigue sola su deriva judicial. Monedero se retira del mando activo. Con fría y mecánica eficacia, el líder de Podemos aísla todos los focos que pueden perjudicar al partido. Más adelante ya se verá.

Pero la enfebrecida máquina trituradora sigue olfateando en busca de alimento. Y los nuevos cargos institucionales de Podemos están siendo horneados por supuestos favores a familiares o renuncias programáticas. Iglesias ha percibido perfectamente algo esencial: "Si quieres algo no lo desees", le dice el dios de muchos rostros de "Juego de Tronos". La clave es que para que gane la izquierda tiene que dejar de ser de izquierdas. O de parecerlo. "El tablero político no lo definimos nosotros", dice Iglesias con lucidez. Para cambiar las cosas hay que ganar el poder. Y para lograrlo hay que acomodarse a lo que quiere la gente. Por eso a los "cenizos" de Izquierda Unida los quiere bien lejos. Porque son tan inútilmente honrados que no saben usar el camuflaje político.

No sé si es lúcido o cínico que la "izquierdaverdadera" tenga que dejar de serlo para conquistar el cielo. En todo caso es práctico. Podemos ha logrado "desideologizar" su discurso. Lo que no va a poder evitar es el precio de la fama. La luz quema mucho en un país donde se alumbra con antorchas.