Transcurridos 483 años de la erección de la ermita en honor a San Benito Abad, en pleno ecuador de las fiestas, quiero evocar la figura del recientemente fallecido escritor y poeta Carlos Pinto Grote, que tuve el honor de conocer y visitar en su casona, compartiendo alguna entrañable velada y disfrutando de su talante cordial y bonhomía.

Carlos Pinto (La Laguna 1923), como no podía ser menos, también aportó su saber poético al marco de las señaladas fiestas laguneras, ya que en 1964 ganó con todos los merecimientos el primer premio de romances. Una modalidad de vida efímera, aunque sustanciosa por la categoría de los participantes que a lo largo de nueve años obtuvieron galardones. Iniciada el año 1963, bajo el patrocinio de la Universidad de La Laguna, el primer ganador fue el también inolvidable Pedro García Cabrera, correspondiéndole al año siguiente a nuestro protagonista, con un poema de exaltación al timple canario, en donde hizo un recorrido lírico del instrumento, desde su nacimiento, su boda de la mano de la madera, y su sonido peculiar ante el rasgueo del viejo y el niño, hasta llegar como único compañero en el viaje definitivo. Como apostilla a este acto, celebrado en el teatro Leal, el galardonado, haciendo alarde de su habitual elegancia en el vestir, recibió y leyó su poema tocado con un elegante frac. Sus rivales, como no podían ser menos en calidad, fueron el grancanario Juan Millares Carló, segundo premiado, y Manuel Castañeda González, que recibió un meritorio accésit.

Con un recuerdo casi desvaído por el tiempo, he querido rememorar al poeta y a otros homólogos, ya desaparecidos o felizmente presentes, como Fernando Garciarramos, Fernando G. Delgado y Apuleyo Soto Pajares, que también lo obtuvieron con todos los merecimientos y por decisión de unos jurados compuestos por relevantes docentes, rectores o catedráticos de la Universidad e Institutos, como Jesús Hdez. Perera, Elías Serra Ráfols, Alberto Navarro Glez., Sebastián de la Nuez Caballero, y periodistas de talla como Ernesto Salcedo Vilches y Eliseo Izquierdo Pérez, el actual cronista oficial de La Laguna.

Sobra decir, después de mencionar sus nombres, que indudablemente este certamen no debió nunca desaparecer; si bien lo sigue siendo el de coplas canarias, que cedió en su momento el testigo a la modalidad de romances entre los años de 1963 a 1971, para luego volver a aletargarse hasta 1980; fecha en que retorna hasta la actualidad. La oportuna restauración del veterano teatro Leal le ha devuelto el marco que se merece, ajeno a su celebración provisional al aire libre después de descartarse el recinto de La Cochera. Bueno sería, para seguir manteniendo su protagonismo, que se sustanciara económicamente, como lo fue en la etapa del patrocinio universitario. Me consta que sólo se ha hecho en una ocasión y a regañadientes. De ahí mi insistencia para que siga perpetuándose y no muera en el olvido. Feliz romería y que la climatología no sea excesivamente calurosa.

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