El Minué se caracteriza por una cosa: te gusta o no te gusta. No es como otros actos de la Bajada, también de otras fiestas, que tienen término medio. Aquí vas una vez, una sola, y ya sabes si eres aficionado al baile introducido en la corte de Luis XIV o, por el contrario, decides no ir nunca más ni regalándote la entrada. Es un espectáculo ciertamente lento, de trajes lujosos y movimientos suaves, que ayer llenó por dos veces el Recinto Central de las Fiestas Lustrales.

El baile comenzó media hora después de lo previsto, se fueron colocando sillas a medida que fue entrando público... La organización, flojita.

Bueno, al grano. Las 24 parejas se trasladaron siempre en pasos cortos, más cerca de la interpretación que del baile se hizo en la corte de Luis XIV, que introdujo más lujo y pomposidad, que de sus orígenes como danza campesina, ciertamente más alegre e incluso sencilla. Los protagonistas interpretaron con un alto porcentaje de rigor todo aquello que durante meses vienen enseñando: cabeza alta, cuerpo erguido, pasos medidos, semblante relajado, mano derecha arriba para unirla a la de la compañera de baile y un caminar elegante, sin alterarlo pese a la presión que supone estar sobre el escenario, en busca siempre de figuras con las que todas las parejas pudieran enseñar sus trajes y capacidad de atracción.

En el baile no había mucho margen para equivocarse. Se hubiera notado. Iban tan unidos y dando tantas vueltas, que un error los hubiera llevado al suelo. Para un "pato" como el cronista, tropezar sería lo más sencillo. Pero ellos no. Al contrario, en cada paso daban un medio "saltito" (seguro que tiene algún nombre técnico...), con una seguridad pasmosa. Gestos de elegancia, como reflejan ellos con una mano, la izquierda, casi siempre "unida" a la espalda o las propias reverencias que se suceden a lo largo del espectáculo. Anoche metieron al público en el túnel del tiempo hasta llevarlos a una sociedad diferente.

La indumentaria se acompañó de pelucas, guantes, abanicos... todo adaptado a la perfección a los gustos del siglo XVIII.

El Minué de los Aires en Re no fue solo una danza. El Festival del siglo XVIII entremezcló además música y poesía. Sí, actuaron la Orquesta Sinfónica de Las Palmas y los Coros de la Bajada, a los que metieron en un "porche" cubierto (decisión arriesgada), con la danza en el "jardín". También estuvieron en el escenario como voces solistas, Rosina Herrera (soprano), Rosa Delia Martín Alonso (mezzosoprano), Pancho Corujo (tenor) y Anelio Gibrán (barítono).