Cuando cuenta su historia no puede evitar emocionarse e incluso se le quiebra la voz. Y es que sabe que está vivo casi de casualidad. Atanasio González (más conocido como Argelio y como Radio González en el norte de Tenerife) ha tenido durante 15 meses y sin saberlo un cristal afilado y de 17 centímetros de largo alojado en el costado, y a escasos milímetros del colon, el hígado y el intestino.

"El 7 de enero de 2014 estaba subido a una escalera en mi casa y cuando estaba bajando me caí encima de una mesa de cristal. La mesa se hizo añicos y yo me clavé varios trozos de cristal en la espalda, el costado y los brazos. Mi nieto fue el que me socorrió y, viendo la gravedad de los cortes, me taponó las heridas mayores con una toalla y me llevó a urgencias inmediatamente", detalla este tinerfeño de 78 años.

Cuando llegó al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria le curaron las heridas que presentaba, le dieron numerosos puntos de sutura en diferentes partes y le dieron el alta ese mismo día con la única recomendación de que se curara con betadine y que si tenía alguna molestia o infección que fuera de nuevo al médico.

"He pedido copia de mi historia clínica para que me digan exactamente qué pruebas me hicieron porque sé que a mí no me hicieron nada, ni una radiografía, salvo mirarme las heridas. Curaron lo que vieron y me cosieron encima del cristal", detalla emocionado y a punto del llanto, antes de explicar que en el lugar por donde le entró el cristal de 17 centímetros simplemente le curaron la herida exterior y le dieron cuatro o cinco de sutura, pero no lo detectaron.

"Yo en ese momento tampoco notaba nada especial. Estaba molido, pero después sí que me daban dolores y me ponía una pomada y le pedía a mi mujer que me diera alcohol para aliviarlo, hasta que 15 meses después se me rompió un tendedero en casa y cuando cogí el taladro para colocarlo ya no lo pude soportar. Fui al médico de cabecera y de allí me remitió directamente a Urgencias de la Residencia otra vez. Serían como las seis de la tarde y decidieron operarme porque pensaban que se me había quedado un botón de la camisa que llevaba puesta el día que me caí, pero yo sabía que eso no era", narra.

Finalmente lo operaron ese mismo día (7 de abril de 2015) a las dos de la mañana, haciéndole una incisión de cerca de 20 centímetros en el costado y encontrando el cristal de 17 centímetros.

"Si lo cuento es porque quiero que a quien le suceda algo parecido que exija que le hagan todas las pruebas que haga falta", se persigna y se emociona al pensar lo que podría haberle sucedido.