El Ministerio de Hacienda ha decidido dar otra vuelta de tuerca al cogote de los ciudadanos españoles. Montoro, que es un lector de Maquiavelo, sabe que el príncipe mata con mano ajena. ¿Para qué se va a manchar el Gobierno de España las manos con más sangre, sudor y lágrimas y encima a tan poco tiempo de las elecciones? Recortar el déficit a las Comunidades Autónomas significa que estas les hagan el trabajo sucio a los defensores de una austeridad siempre ajena.

Lo de Canarias es como para miccionar y no echar gota. Estamos sosteniendo los servicios como Sanidad y Educación y atendiendo gran parte de las ayudas sociales, con 800 millones de euros menos de lo que realmente cuestan. Cuando el Gobierno de España decidió encomendar los servicios esenciales a las comunidades autónomas se comprometió a transferir el coste efectivo de los servicios. Pero tararí que te vi. Ya venía remoloneando para no pagar los atrasos, denominados "deuda histórica". Pero los vientos de la gran crisis se han terminado de llevar todas las palabras. Algunos dirían que la decencia de cumplir con lo pactado.

Canarias no podrá gastar, en los dos próximos años, por encima de los 160 millones de euros de su presupuesto de ingresos. No se podrá endeudar por encima de ese límite. Eso significa que cuando la economía privada empieza a carburar, el sector público no podrá ayudar a calentar motores porque Madrid le ha cortado la gasolina. Incluso si en el futuro los ingresos derivados de los tributos produjeran una mejor recaudación, la denominada regla de gasto de la ley de Estabilidad Presupuestaria impide que el crecimiento del gasto público esté por encima del de la economía. Le han cortado las alas al palomo.

Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. El Gobierno de España no se toma las mismas medicinas que receta a las comunidades autónomas. Para él se ha fijado un déficit, el año próximo, de 2,5 puntos (unos 27.000 millones de euros) y de 1,3 puntos en 2017, unos 15.000 millones. La austeridad bien entendida no empieza por uno mismo. Por eso Rajoy ha situado la deuda española en más de un billón (con "b") de euros, cerca de todo el PIB que genera España en un año y más de cuatro veces sus ingresos.

Canarias debe solucionar problemas a largo plazo. Una larga lista de ellos. La competencia de los trabajadores en idiomas, el crecimiento del autoabastecimiento alimentario, la reforma energética con renovables más baratas que los derivados del petróleo, la inversión en investigación y desarrollo... Sí. Todo eso es importante. Pero esto va de otra cosa. Nos ahogamos. Y cuando alguien se está ahogando, no le sirve de nada que una persona, desde la orilla, le intente impartir un curso de natación. Es verdad que si supiera nadar su problema desaparecería. Pero es igual de cierto que si no le tiran un salvavidas donde agarrarse se ahogará y nunca podrá aprender a nadar.

Las cifras que hoy presenta Canarias son un escándalo. Nuestro cuarto de millón de parados incluyendo una desesperada generación de jóvenes; nuestros indicadores de pobreza y exclusión social; nuestro parque de empresas de pequeño tamaño poco eficaces y competitivas; nuestros sobrecostos y dependencias externas... Sólo el impagable crecimiento del Turismo que ha batido récords a pesar de la crisis y el hecho de que existe una floreciente economía sumergida de supervivencia, propia de países bananeros, impide que necesitemos la extremaunción.

Al Gobierno canario por estrenar le han puesto plomo en los bolsillos. Tiene que mantener, con menos dinero, la Sanidad y la Educación. Y atender el polvorín social de la escandalosa pobreza de las islas. Los milagros no existen. La recuperación económica está generando más ingresos por impuestos. Pero es frágil. Aumentar la presión fiscal autonómica podría ser nefasto, pero recortar servicios esenciales también. Eso es estar entre la espada y la pared.

Es infame que Canarias, en graves dificultades, haya cumplido los objetivos de déficit junto a tres de las comunidades más ricas del país: Navarra, País Vasco y Galicia. El resto se lo ha pasado por el arco del triunfo. Algunas comunidades hacen trampas mientras Montoro les pasa inversiones por debajo de la mesa. Debe ser cosa del calor del verano, que pudre ya hasta las ideas, pero esto empieza a apestar.