Hace falta mucho más valor para ser tolerante que para no serlo. Hace falta muchísima más firmeza para firmar la paz que para declarar la guerra. La política, desgraciadamente, como reflejo de nuestra propia sociedad, está llena de gente que es más propensa a la agresividad que a la serenidad.

El otro día aplaudí en silencio al nuevo presidente del Gobierno, Fernando Clavijo. No lo hice por su discurso de investidura o por las propuestas que puso sobre la mesa del Parlamento para resolver los graves problemas de Canarias o por el tono más o menos brillante de sus intervenciones. Lo aplaudí, antes de que lo aplaudiera todo el mundo, porque hizo la más sólida y firme apuesta por la tolerancia y el diálogo.

Nada bueno puede crecer en el barullo y la algarada. Que todos gritemos al mismo tiempo sólo produce ruido y a veces furia. Y creer que lo que pensamos es la única visión de la realidad es una demostración de fanatismo. La Bruyére dijo a finales del siglo VII: "Todo está dicho. Desde hace siete mil años existen hombres que piensan".

He convertido en una costumbre la obligación de reflexionar sobre lo que escucho para confrontarlo con lo que creo. Y me parece un enorme acierto que el nuevo Gobierno de Canarias tenga a un presidente dispuesto a permanecer con la mano tendida para unir esfuerzos. Parece obvio pero hay que repetirlo muchas veces para que se entienda: nos hemos olvidado que aquí lo importante es resolver los problemas de la gente.

No voy a negar que todos -yo también- estamos interesados en gobernar. Y para gobernar tenemos que ganar las elecciones, para lo que, como es lógico, queremos contar con el mayor apoyo posible de los ciudadanos. Pero el fin no se puede confundir con los medios.

Hacer política no puede significar sacrificar todo al servicio de las posiciones que nos den mayor rendimiento electoral. No es así. Eso es subsidiario a la verdadera razón por la que estamos todos aquí: ser útiles a los ciudadanos. Por eso me llama la atención, a la vez que me entristece, el argumento del PP de rechazar nuestra oferta de participar en este gobierno por el poco rédito político que puedan sacar de esta presencia. Yo pensaba que lo importante era conseguir dinero para Tenerife independientemente de quien se lleva las flores. Parece que a otros les preocupa más la foto.

Vivimos en unos tiempos de prisa. Estamos ultracomunicados e interconectados con los demás. Nunca como hoy el mundo ha sido más aldea global. Por eso debemos hacer un sobresfuerzo para tener un punto de reposo. Sin paciencia no se piensa bien, no se reflexiona. Y la prisa suele ser la primera enemiga de la tolerancia. Me decepciona cuando escucho debates en los que nadie se molesta en escuchar lo que dicen las obras personas. Voltaire le dijo una vez a un adversario: "No estoy de acuerdo con lo que dice usted, pero daría mi vida para defender el derecho que tiene a decirlo". Sin llegar al extremo de sacrificar nuestra vida, el mejor homenaje que podemos hacer a quienes discrepan de nosotros es escucharles y discutir sus argumentos.

Fernando dijo una y otra vez que su deseo es encontrar con todos los grupos políticos un espacio de acuerdo. Es justo lo que nosotros intentamos en el Cabildo de Tenerife. Y esa es la política que ha hecho mejores a las sociedades y a los pueblos en todos los tiempos. A quienes estamos hoy en las instituciones hay asuntos que nos separan. Pero hay otros asuntos en donde es fácil que nos pongamos de acuerdo si todos cedemos un poco.

Hay un relato sobre el bambú japonés que es un elogio de la paciencia. Las semillas tardan hasta siete años en echar raíces, porque crecen hacia adentro, para soportar el peso de la planta que emerge y en unas pocas semanas puede llegar a alcanzar los treinta metros de altura. A veces para conseguir las cosas más hermosas y duraderas hay que tener calma y esperar. Los mejores proyectos surgen si se tiene la paciencia necesaria para trabajarlos, para regarlos con tolerancia y para que echen unas firmes raíces en el consenso, que es la tierra de todos de igual manera que el enfrentamiento es tierra de nadie. Ese es el espíritu que queremos sembrar en un Cabildo de Tenerife en donde todos somos necesarios y útiles.

*Presidente del Cabildo de Tenerife