Un grupo de cinco familias desesperadas, unidas por la falta de alternativas para sus hijos con grave discapacidad múltiple y parálisis cerebral infantil, creó en el año 1990 el Centro de Rehabilitación y Estimulación Valle de La Orotava (Crevo). El Ayuntamiento villero les cedió hace 25 años una vieja escuela en Risco Caído que poco a poco se ha convertido en un centro modélico, gracias al esfuerzo y la solidaridad de particulares, empresas e instituciones públicas. Crevo ofrece a cualquiera que lo visite una impagable lección vital, una enseñanza trascendental sobre la lucha de las familias y de las personas dependientes para todas las actividades de la vida.

Los usuarios de Crevo necesitan ayuda para comer, asearse, ir al baño, vestirse, trasladarse o, incluso, cambiar de postura. La mayoría sufre parálisis cerebral infantil y otros síndromes, con graves afecciones motóricas, cognitivas y sensoriales.

Felipe Guardia preside Crevo y forma parte de una de aquellas cinco familias, cuatro de La Orotava y una de Los Realejos, que hace 25 años se embarcaron en un gran proyecto para dar lo mejor a sus hijos. "Esto surgió por la necesidad de las familias, porque no había nada. Empezamos con cinco niños y ahora hay 26 y lista de espera, pero no podemos ampliar".

Crevo es un centro de atención temprana, para niños de 0 a 3 años, el único de sus características homologado por la Consejería de Educación en la provincia; pero también es un colegio de educación especial, para chicos de 3 a 21 años, y un centro sociosanitario de día para mayores de 18.

Cuenta con una pequeña piscina para hidroterapia, una sala de estimulación sensorial con una cama de agua y sistema de iluminación y sonido, y amplias dependencias para los tratamientos individualizados. Entre los proyectos de futuro, equipos informáticos adaptados y una terraza abierta. Si llega el dinero, claro.

Crevo es la gran obra de una asociación sin ánimo de lucro, formada por familias de personas con discapacidad múltiple, que cada día lucha por mantener a flote un servicio que requiere mucho personal, casi un trabajador por niño, y numerosos gastos materiales. Pese a que nació como un centro comarcal para el Valle, en la actualidad funciona como un recurso insular, ya que atiende a niños de La Orotava, Los Realejos, Puerto de la Cruz , La Guancha, Icod, El Tanque, Santa Úrsula, La Matanza, La Laguna, Santa Cruz de Tenerife o Güímar, según detalla su directora Asunción Atienza.

Pese a recibir a usuarios de más de una docena de municipios, solo La Orotava colabora activamente.

Los niños, ajenos a la lucha por lograr la financiación para su adecuado tratamiento, llegan al centro desde sus casas en transporte adaptado. Cada día, de 9:00 a 16:00 horas, reciben tratamientos individualizados de fisioterapia, control postural, logopedia o estimulación.

El Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife sí apoyan a Crevo, pero ni el personal ni los servicios ni las obras de mejora están garantizados con el dinero público y lo que recaudan las familias. El respaldo de entidades como la Obra Social La Caixa ha sido fundamental. Pese a todo, Crevo ni siquiera tiene garantizada la financiación de las cuatro plazas de fisioterapeutas. Lo esencial pende de un puñado de euros.

las cifras

26 Las plazas para usuarios de Crevo son 26: cinco de atención temprana, de 0 a 3 años; 15 educativas, para edades de 3 a 21 años, y 6 sociosanitarias para mayores de 18 años.

18 profesionales componen en la actualidad la plantilla de Crevo, donde hay maestras de educación especial, fisioterapeutas, auxiliares técnicos educativos y clínicos, logopeda, psicóloga, etc.