Laura González recibió ayer cristiana sepultura en el cementerio de Santa Cruz de La Palma, con apenas 27 años de edad, después de que un día antes su expareja, David Batista, la asesinara tras rociarla con gasolina y prenderle fuego con un mechero en la tienda donde trabajaba, en plena calle Real.

El féretro partió pasadas las 13:00 horas del tanatorio del Hospital General de La Palma, en cuya capilla se celebró previamente una misa con la presencia de familiares, amigos (destrozados, como es lógico, por lo sucedido) y autoridades, como el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo; su homólogo del Cabildo de La Palma, Anselmo Pestana; el vicepresidente, José Luis Perestelo, o la senadora por la Isla, María de Haro.

La realidad es que nadie del entorno de la víctima pensaba que su expareja pudiera llegar al extremo de asesinarla. Sin embargo, fuentes de su círculo de amistades advirtieron ayer a esta redacción de que David Batista ya había amenazado en diferentes ocasiones a Laura González tras romper la relación, "no acababa de aceptar la ruptura", y que incluso hace apenas "dos o tres semanas, seguro que menos de un mes, le dijo que la quemaría", sostienen las mismas fuentes, que dejan claro que la ahora fallecida "ya no quería volver con David de ninguna manera".

Los amigos y conocidos de Laura González, incluso personas que ni tan siquiera conocieron a la joven, han querido mantener encendidas las velas en su recuerdo, ubicadas, junto a una foto de ella y diferentes carteles, a las puertas de la tienda donde fue asesinada, con dos mensajes claros: uno, que nunca la olvidarán, y el otro, un rechazo contundente a la violencia machista.

Y mientras se vivían momentos duros, desgarradores, en la despedida de la joven, lo cierto es que su asesino, David Batista, de 32 años, era trasladado, casi a la misma hora, a la unidad de quemados Virgen del Rocío de Sevilla, centro de referencia dentro de su especialidad de toda España, para ser tratado de lesiones graves que se produjo por el fuego que él mismo causó al matar a su exnovia.

A la puerta del Hospital General de La Palma, donde fue tratado y estabilizado antes de su traslado, agentes de la Guardia Civil impidieron, bajo fuertes medidas de seguridad, el paso a las puertas por las que David Batista iniciaba su viaje con rumbo a la capital andaluza, para evitar cualquier tipo de represalias.

Las muestras de rechazo a lo ocurrido se han seguido repitiendo.