Si la Patrona tiene sentimientos, si al final de la vida el cristianismo tiene razón, la Virgen de las Nieves supo ayer, otra vez, que su pueblo la quiere. Y que además posee la capacidad para que se acerquen a ella no solo los creyentes sino también, y eso tiene mérito, miles de palmeros que no tienen claras sus creencias religiosas. Debió sentirse orgullosa.

Era un acto celebrado en un momento duro. Terrible. El asesinato un día antes de Laura González a manos de su expareja marcaba el camino. La Virgen iba de rojo, con un lazo morado oscuro contra la violencia de género. ¿De género? Mejor, machista. La procesión se inició a las 17.30. Primero la misa, presidida por el obispo de la Diócesis Nivariense, monseñor Bernardo Alvarez. Fue fuera del templo. Era la primera vez que la celebración se sacaba del interior de la iglesia y se trasladaba a la plaza. Un acierto. La disfruta más gente y se pasa menos calor, lo que ayer se agradeció especialmente. Sorprendió la poca presencia de autoridades. Si llega a ser antes de las elecciones, hubiera sido necesaria una grada supletoria. Pero mayo ya pasó y es mejor, o más cómodo, esperar en la Encarnación que subir a las Nieves.

Y comenzó la bajada. En el horario previsto. Hace un tiempo, tampoco tanto, una procesión era una imagen delante, como punto de referencia y de adoración, detrás la banda de música y más al fondo, los fieles. Al menos así eran los actos de este tipo a los que acudía el cronista. Sin embargo, la Bajada de la Virgen fue diferente. Acudió tanta gente, fueron decenas de miles de personas, que la Patrona fue literalmente rodeada. Iba en medio de una masa de ciudadanos anónimos. Sigue acompañada por la espalda, pero también está resguardada por delante.

Si es verdad que la Patrona siente, si ese corazón palpita, debe sentirse, al menos en algunos momentos, algo agobiada.

El primer tramo se hizo, como siempre (o casi), por carretera. Iban rápido. No es que se fuera corriendo, toda procesión es pausada, pero sí con bastante ritmo. Los Custodios de la Virgen no perdieron el paso e incluso la parada y descanso en el Llano de la Cruz del Fraile fue ágil.

En la bajada por el Planto, algunos vecinos aprovecharon la procesión para sacar unos "euros". Venta nada barata, más bien al contrario, de helados, agua o sangría en puestos improvisados. Incluso dentro de un garaje. Con aquellas temperaturas, hasta la Patrona hubiera comprado. Al menos un polo... El camino real se empinaba justo antes de llegar a la plaza del Santo Cristo. Allí se unieron otros tantos fieles, que acabaron siendo cientos en la intersección con Benahoare.

El último tramo fue un "tapón". Gente que llegaba en romería, otra que esperaba en la Encarnación... Todo acabó con el recibimiento oficial y salutación de las autoridades. La Virgen tuvo que llegar cansada... Y encima, aguantar "palique". Hoy entra en la ciudad.