Sabíamos que el tema iba a "traer cola". Ahí está. Nos cuenta un político de los de antes que la prohibición de las corridas de toros en Canarias tiene mucho que ver con la supremacía de Santa Cruz de Tenerife y su Plaza de Toros, frente a Las Palmas, desde donde se organizaban auténticas caravanas de viajeros para ver de cerca al Cordobés, Curro Romero, Palomo Linares, etc.

Ese inmortal pecado que es la envidia parece ser el principal argumento que se puede esgrimir para justificar la clausura de la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife y la prohibición de las corridas de toros en Canarias. Risible es que a los toros se les considere "animales de compañía", como parece ser que recoge el documento que ampara la citada prohibición, según hemos podido leer en alguno de lo muchos comentarios que se han publicado sobre esta esperpéntica decisión de los representantes (¿?) del pueblo canario.

¿A quiénes perjudicaban las corridas de toros?

Son muchas las veces que gozamos del ambiente festivo que rodeaba un programa de una corrida de toros en Tenerife. El final era un coso taurino lleno hasta los topes y una presencia de cientos de personas en Santa Cruz que acudían a todas sus empresas de restauración, desde las más lujosas hasta las más humildes tascas... Sin duda se trataba de una fiesta. No era precisamente la Feria de Sevilla ni la de San Isidro, pero si un inimitable reclamo para que la cita en la ciudad atrajera un gran contingente de forasteros y turistas, por llamarlos de alguna manera. Hechos y realidades que nadie puede discutir. ¿Qué hay del capital y el empleo que se gestaba alrededor de todo esto?

¿A quiénes perjudicaban las corridas de toros?

La otra cara de nuestro comentario anterior sí que tiene "su miga". Como era natural se enfadaron los galleros. No creo que el tema sea para enfadarse. Cada cual tiene sus preferencias y sus gustos. Si a unos les gusta ver matarse a unos pobres animalitos preparados para ello, peleando hasta la extenuación y permitiendo que sus propietarios y sus fans realicen las más intrépidas apuestas económicas, a otros nos ha gustado preparar palomas mensajeras durante meses y años, para después sufrir la tristeza de soportar "un palo" y perder a nuestra preferida en una suelta desde Gran Tarajal, o para ponerlo más triste desde Las Palmas, donde el mal tiempo nos jugó una mala pasada.

Lo siento por los galleros, pero las peleas de gallos son un espectáculo horrible. Ahí sí que entra la sensibilidad del turista inglés o escandinavo.

Como es natural, en todas partes hay de todo, pero comparar las corridas de toros con las peleas de gallos, desde el punto de vista de la protección a los animales, no parece tener ningún punto de coincidencia en que apoyarse.

Desde el punto de vista de su atracción turística, los toros (eso, los toros) son una poderosa llamada para atraer toda una enorme masa de espectadores que hemos presenciado cómo gozan del espectáculo, aún sin entenderlo mucho, pero sí emocionándose ante un pase de pecho, una puesta de banderillas o la estocada bien medida de esos artistas que son los toreros.

Como en todo, en esta trayectoria política que nos ha tocado vivir, no habrá culpables ni quienes paguen el esperpéntico error de haber prohibido las corridas de toros en Canarias, según -¡claro está!- nuestro particular punto de vista, que ahora sabemos que tiene miles de adhesiones... Es lo que hay.

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo. ONU