Conste que nada tengo contra la nueva alcaldesa madrileña. Ni, ya que estamos, contra la de Barcelona, ni contra ningún otro regidor municipal, sea de los nuevos que han entrado tras las elecciones del 24 de mayo, sea de los que siguen en el despacho. Es más: en el caso de la señora Carmena, cuya trayectoria conozco desde hace muchos años, me atrevería a decir que siento hacia ella un gran afecto y una cierta admiración. Así que lo malo, entiendo, son las ocurrencias, que ni siquiera estoy seguro de que puedan atribuirse a los alcaldes, y sí a algunos de sus colaboradores.

Quitar el retrato del Rey del salón de plenos para colocar, en su lugar, el de un anarquista gaditano es, a mi modo de ver, cuestión menor. Una niñada que refleja escasa madurez. Y falta de educación, si se quiere. Cambiar los nombres de las calles "franquistas" es, me parece, algo innecesario. Y caro. Cargarse foros como el mundial de los móviles, en Barcelona, una insensatez. Actuar contra los intereses turísticos, introduciendo, por ejemplo, una tasa a pagar por cada visitante, un dislate.

Todo ello, menos lo del retrato del anarquista, ha sido desechado en horas, sin duda porque alguien se lo pensó dos veces antes de actuar. Lo malo es que esas iniciativas, que habían sido anunciadas de manera oficiosa, han sido desmentidas con muerte del mensajero incluida. Inventos de los chicos de la prensa. Y hemos llegado al punto de que el Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid ha creado una web de "desmentidos", llamada "Versión Original", para "hacer frente a informaciones inexactas". Como la de los cambios de nombres "inconvenientes" en el callejero o la introducción de las tasas sobre el turismo y los cajeros de los bancos. Así que ellos, los munícipes, lo anunciaron, lo matizaron y ahora lo desmienten, atribuyéndoselo a inventos mediáticos.

Mal servicio de comunicación, ahora que desde la derecha también reconocen que es lo que les falla (entre otras cosas, añadiría yo). Llegaron con pretensiones de veracidad, de limpieza y transparencia y ya están embarrando las relaciones con los periodistas que han de seguirles profesionalmente. Como antes hicieron los de Podemos con la "casta". Lo peor es que todo corresponde a una mala sintonía entre los equipos municipales -obviamente, no hay buen entendimiento entre Carmena y alguno de sus concejales- y a una falta de programa sobre lo que hay o no que hacer. Es entonces, claro, cuando llegan las ocurrencias. Y, cuando las ocurrencias quedan ridiculizadas por la realidad, nos las cargan encima a los pobres chicos de la prensa, que pasábamos por allí.

Por cierto, ¿quién controla la veracidad, la exactitud, de los desmentidos de la nueva web del municipio madrileño? ¿Es afín a Carmena, a su responsable de Economía, al concejal Zapata, a la portavoz Rita Maestre, la del asalto a la capilla de la Universidad Complutense?

Empieza a ser urgente que los "nuevos", que han llegado al cargo inflamados de ardor innovador en bien de la sociedad, se sienten en sus sillones de trabajo -de trabajo he dicho- y completen, saquen brillo y esplendor, a los programas con los que concurrieron a las elecciones, en los que algunas de estas "ocurrencias", por cierto, no figuraban. Es momento de gobernar en serio, no de tirar cohetes artificiales.