Decía hace unos días Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Complutense de Madrid, actual director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos, que nunca las investigaciones en los yacimientos de la Sima de los Huesos, en Atapuerca (Burgos), habían concitado tanto interés como el descubrimiento del primer crimen del Pleistoceno Medio, datado 430.000 años atrás. Razón por la cual, y partiendo del axioma de que "las malas noticias son buenas noticias", no cabe la menor duda de que a la gran mayoría lo que verdaderamente le despierta un interés morboso es una reseña o un hecho escandaloso que lo haga salir de la inercia rutinaria de lo cotidiano. De ahí la ebullición de tal variedad, protagonizada mayoritariamente por personas de distintos sexos, que no se coartan a la hora de manifestarse o mostrarse de una forma obscena o chocante, traspasando los límites del buen gusto. Por ese motivo observamos a diario comportamientos y actitudes supuestamente inesperadas, tejidas minuciosamente para llamar la atención o desafiar a un determinado colectivo, que pueden ir desde la simple ostentación de una vestimenta o maquillaje provocador, como el de un/a "drag queen", al lenguaje malsonante de un cómico para arrancar una carcajada del público, y de paso ganarse los garbanzos del día a día. Tampoco le van a la saga algunos políticos, oportunamente asesorados, que son capaces de las mayores piruetas verbales pronunciando frases beligerantes o contra corriente de la opinión generalizada; originando con ello un interés morboso ante la mayoría del público que se interesa por su disfraz gestual o dialectal, capaz de enmascarar sus limitaciones como gobernante o aspirante a serlo.

Llegados ya al primer recalmón estival de la marejada posterior al 24M, con los acuerdos de cogobierno en todos los estamentos, disfrutaremos de un verano de relativa tranquilidad mientras se macera la adaptación y aprendizaje en convivencia de muchos que en fechas recientes fueron encarnizados antagonistas, obligados ahora a meter la cuchara en el mismo caldero, sin caer en la tentación de dispararse migas de pan de un lado a otro de la mesa común del salón de actos.

Hoy mismo, a tenor de las promesas iniciales de agilización sanitaria, me contaba un afectado las peripecias protocolarias que hubo de sufrir durante meses, y supuestamente con carácter urgente, para concluir en un diagnóstico negativo. ¿Quién o quiénes le resarcen de las noches de insomnio y angustia personal, y familiar, a la espera del resultado? Nadie, porque así mal funciona el sistema.

Concluyo con un hecho ocurrido en Barcelona, digno de Atapuerca, protagonizado por un fichaje de la alcaldesa Ada Colau. Al parecer su directora de Comunicación, Águeda Bañón, ha realizado varias "performances" escarranchándose previamente para fotografiarse orinando en vías públicas. Si esto es un ejemplo para acaparar protagonismo de estos recién llegados a las poltronas o a los escaños, tendremos que sustituir la palabra desvergüenza por transgresión. ¡Bendita sea la riqueza de nuestro lenguaje, capaz de enmascarar hasta lo más deleznable!

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