La antigua calle del Agua de Aguere estaba colapsada dos horas antes de que Pablo Alborán apareciera en el escenario. Algo grande estaba a punto de suceder en la plaza del Cristo. La tarde se apagaba a cámara lenta, mientras en la trastienda todo estaba listo para el arranque de la penúltima cita canaria del "Tour Terral 2015". El malagueño hizo acto de presencia a las 21:23 horas y el griterío no paró hasta dos horas después. La muchachada, donde las féminas eran mayoría, entonaron de pe a pa cada una de las canciones que iban sonando.

La actualidad de Alborán no está bajo sospecha. No lo puede estar cuando más de siete mil personas se reúnen alrededor de un puñado de letras que han convertido a Pablo en un icono para los adolescentes tan seguido como lo fueron en en sus respectivos ciclos Camilo Sesto, Alejandro Sanz -que todavía estira su momento- o David Bisbal.

Pablo Alborán hizo de todo. Apareció en medio de una escenografía a lo "Blade Runner", se sentó al piano antes de que sonaran los primeros acordes del cuarto tema, agarró la guitarra, bailó con sus compañeros de tarima, agradeció las muestras de afecto... "No busquen las estrellas ahí arriba, están aquí abajo", dijo con el recinto rendido a sus pies. "Ya lo era antes, pero a partir de ahora soy uno más de ustedes... ¡Gracias!".

"Por fin"; "Pasos de cero", "Recuérdame"... Alborán quemó casi toda su última aventura discográfica antes de abrir el baúl de los recuerdos. La noche se hizo igual de mágica que el grandioso filme de Ridley Scott. Se diluyó envuelta con una brisa que se descolgaba por San Roque. El músico enamoró a La Laguna y se marchó de Isla con 10 kilos de gofio gomero. Un regalo con el que compartir sus desayunos.