Nadie quiso faltar ayer a la cita con el nuevo puente de El Cabo. Y nada impidió disfrutar del momento a autoridades y políticos, sobre todo, pero también a vecinos ansiosos de recuperar algo suyo. Parte de la historia de la ciudad y de la isla, en una ciudad y en una isla donde no sobra el respeto al patrimonio. Ni lo inusual de la hora, las nueve de la noche, ni el calor del pleno verano, ni las molestias por los meses de obras y ni siquiera el retraso de los plazos para culminar los trabajos. Nada impidió disfrutar del espectáculo de la "puesta de largo" otra vez de la vieja infraestructura que cruza el barranco de Santos desde el Museo de la Naturaleza y el Hombre a la iglesia de La Concepción.

Algún turista despistado se preguntaba a qué se debía la expectación en el entorno del TEA, La Noria y la Fuente de Morales, donde unas 50 personas, entre ellas miembros de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio (a solo unos días del 218 aniversario de La Gesta), escuchaban los discursos. Mientras, los nativos observaban de lejos. "Qué bonito ha quedado, decía una señora, y como luce". Todavía más con el espectacular juego de leds que se puso en marcha (de ahí el horario) para iluminar el puente y su entorno. Un espectacular efecto que alguien cuestionaba si iba a mantenerse las noches siguientes por aquello del gasto. Hay mucho incrédulo.

Ayer pulsaron el botón "mágico" del encendido los responsables (antiguos y actuales) del Consejo Insular de Aguas, miembros de la Tertulia, el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, y el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez. Antes bendijo el puente el párroco de La Concepción, Mauricio González. Una visita al fondo del barranco para que los técnicos explicaran el proyecto precedió al corte de la cinta protocolaria y a la apertura para que la gente caminara de nuevo por el nexo que unirá "pasado y presente, lo viejo y lo nuevo, con una ruta turística y de actividad económica que unirá la zona de La Recova con La Noria".

El Cabildo, a través del Consejo Insular de Aguas (algo nervioso se mostró en su primer acto oficial el nuevo consejero Manuel Martínez), ha ejecutado y concluido la rehabilitación como fruto del consenso entre las dos administraciones implicadas. Ambas optaron siempre por restaurar y no derribar este símbolo para la ciudad y sus vecinos, además de Bien de Interés Cultural (BIC).

Ante la crecida del barranco a consecuencia de las riadas había que mejorar el tránsito del agua y hacer más accesible su desembocadura. La actuación reduce el riesgo hidráulico, amén de garantizar la capacidad del cauce y una mayor integración del puente con su entorno. Cabe destacar el pavimento, un entablonado de madera y el encuentro con la ciudad por medio de podios de piedra natural, escaleras, rampas y gradas. Y claro: preservar la iglesia matriz de sus recurrentes inundaciones casi cada vez que llueve fuerte.

El desarrollo urbanístico de la zona en el último siglo provocó un estrechamiento del barranco original de los 27 a los 18 metros, lo que redujo su capacidad de desagüe bajo la pasarela, un riesgo en caso de lluvias intensas. Con estas acciones se mejora la capacidad de desagüe duplicando su capacidad de caudal (de 131 metros cúbicos por segundo a 281) y el riesgo desbordamiento pasa de 14 a a 58 años.

"Ya, pero ¿y esto cuanto ha costado?", decía un paisano. Respuesta: 1.008.266 euros. Todo sea por evitar inundaciones y mejorar la relación tráfico-peatón-aparcamientos en las calles adyacentes de evocadores nombres (Ni Fú Ni Fa, Padre Moore, Charco de la Casona...).

Autoridades, séquito y curiosos bajaron al barranco ayer tras la inauguración. Hoy volverá la normalidad en forma de tránsito peatonal al viejo (nuevo) puente.