Patea Tus Montes ha solicitado asesoramiento a la Fundación Neotrópico para que sus visitas y rutas en kayak por zonas costeras habitadas por la tortuga verde (Chelonia mydas) y la tortuga boba (Caretta caretta) no perjudiquen a estos quelonios ni alteren su forma natural de vida. El secreto es una fórmula tan vieja como sencilla: ver y no tocar, a la que habría que añadir un lógico "ni alimentar".

El fundador de Patea Tus Montes, José María Pérez Baso, ha recurrido a Neotrópico debido a que en los distintos recorridos en kayak por la costa sur de la isla de Tenerife "es fácil tropezarse" con especies marinas como las tortugas verdes y bobas.

"En grupos de entre 15 y 20 personas, ataviados con nuestro respectivos chalecos salvavidas y embarcados en kayak dobles, realizamos recorridos por la tranquilas aguas del Sur, nunca a más de dos millas de la costa. En áreas como El Puertito de Adeje, aprovechamos para realizar paradas e informamos a los participantes de la posibilidad de avistar vida salvaje desde el kayak. En muchas ocasiones, con la llegada de grupos de submarinistas a la zona, es fácil divisar en la superficie alguna que otra tortuga verde, que curiosea entre los bañistas", detalla.

"Las normas son básicas: no dar de comer a la tortuga, no tocarla y mucho menos agarrarse a ella, manteniendo una distancia prudencial respecto al animal -recuerda Pérez-. Hay que tener en cuenta que estas tortugas pueden morder o arañar sin querer".

"En muchas ocasiones con las salidas de las tortugas a superficie para respirar es más que suficiente para disfrutar del espectáculo natural, pero también es verdad que a veces se dan circunstancias incómodas como que algún turista o residente que acude por cuenta propia se ponga a dar de comer a la tortuga para garantizar su avistamiento o una foto", lamenta.

Pérez reconoce las dudas existentes respecto al impacto de las visitas no controladas, pero apuesta por "un uso moderado del entorno, con respeto y educación medioambiental. Las visitas a las ballenas y delfines están reguladas y controladas; el avistamiento de aves también, y las tortugas de Canarias tienen ahora la palabra".

Desde Neotrópico se recuerda que la ley 42/2007 de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, en el artículo 52 establece que "queda prohibido dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico. Esta prohibición incluye su retención y captura. La normativa considera agarrarlas, darles de comer o molestarlas una infracción grave que sanciona con entre 5.001 y 200.000 euros".

"Dar de comer a las tortugas marinas modifica su comportamiento habitual, haciéndolas más vulnerables, ya que pasan más tiempo en superficie y aumentan las probabilidades de ser embestidas por embarcaciones. Al perder el miedo al ser humano pueden acercarse a pescadores en aquellos países donde las usan como alimento y ser fácilmente capturadas. Esta manera de actuar las hace dependientes del ser humano, ya que reducen la búsqueda de alimento y se quedan esperando que alguien les dé de comer. Además altera su dieta natural pudiendo provocarles enfermedades", advierten desde la fundación.

"Cuando están acostumbradas al feeding y no reciben comida pueden volverse agresivas y morder a bañistas o buceadores provocando accidentes serios", recuerdan.

Solo está permitido capturar tortugas marinas para entregarlas al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Tahonilla, del Cabildo, para su recuperación. En Tenerife, solo los veterinarios de este centro pueden intervenir y rehabilitar a las tortugas marinas. Su atención es gratuita y, en caso de encontrar una tortuga en riesgo, se debe llamar al 112.