El testimonio vital recogido durante treinta años por Manolo Cos con su inseparable cámara Súper VHS inspira el documental "Trashumantes", un trabajo del cineasta Guillermo Carnero (Santa Cruz de Tenerife, 1978) que ha sido seleccionado en la sección oficial de largometrajes de la muestra Alcances, que se celebrará en Cádiz desde el 5 al 12 de septiembre.

La figura de Manolo Cos, un republicano represaliado por la dictadura franquista y que vivió un capítulo de esa purga en Tenerife, donde realizó trabajos forzados como la construcción de la carretera de Vilaflor, llena de contenido una historia que reproduce "los testimonios de una vida", la cara y la voz de los anónimos.

Cuando Carnero conoció a este cántabro, que había regresado a Tenerife para recorrer cámara en mano los parajes de aquella Isla que fue su exilio, quedó cautivado por unas imágenes únicas.

El cineasta admite que, al principio, el título de "Trashumantes" no gustaba "demasiado", si bien precisa que este concepto "define el movimiento humano, el peregrinaje y el tránsito de personas", que tal es lo que recoge el ojo de Manolo Cos, a partir de la década de los 80 del pasado siglo, desde aquellos primeros inmigrantes que se establecieron en España, hasta los testimonios de quienes habían sufrido persecución política, las manifestaciones, las protestas en la calle...

Este retrato social se inscribe en un viaje a través de la memoria histórica que para Guillermo Carnero no representa una línea argumental nueva, un tema que ya ha recogido en otras obras suyas como "Una inmensa prisión" o "Retrato".

Establecido desde hace años en Escocia, el cineasta tinerfeño culminó "Trashumantes" a principios de 2015, tras ocho años de tarea "intermitente, pero laboriosa", explica: "Sin duda, la parte más compleja a la que me enfrenté fue la de tener que sintetizar todo el ingente material" y traducirlo, posteriormente, a "lenguaje cinematográfico".

Las centenares de horas de metraje, la multitud de imágenes y escenarios, el mosaico de múltiples personajes que había ido recogiendo aquel viejo republicano con su cámara fue entonces, poco a poco, tomando ritmo propio y la narración se convirtió en ese testimonio vital donde junto a las vivencias de una sociedad descarnada latía la existencia de un hombre de su tiempo.