A tenor de lo que ya se sabe, la cumbre Estado-Canarias se nos ha quedado más bien en una cumbrecita Soria-Clavijo. Aspiraban los canarios a darle la vuelta al calcetín en las relaciones con el Estado, y habían metido en la agenda más de lo que cabe en una sola reunión y un solo Ministerio: cerrar la reforma de la parte económica del Régimen Económico y Fiscal, mejorar la financiación de las islas en los presupuestos esos de 2016, que Rajoy quiere sacarse en agosto, por si lo echan después, y que el Gobierno español consienta en ampliar la capacidad de déficit y el techo de deuda del de Canarias. Y dado que se trata de Soria, pues habían metido en el saco también los asuntos que de verdad dependen de él: por ejemplo, incorporar el Plan de infraestructuras turísticas al Presupuesto, y también los proyectos de turismo inteligente (¿querrán mejorar el coeficiente de los "holligans" que vienen?), y la financiación de las escuelas de hostelería. Y en materia de energía, desbloquear la instalación de los parques eólicos, garantizar la continuidad de Gorona del Viento y conseguir recursos para mejorar las potabilizadoras. Y también algo de calderilla en Industria, que ser ministro de casi todo es lo que tiene, y más dinero para la banda ancha en las islas, y para un par de proyectos sobre emprendimiento digital y telecomunicaciones. Cosas sorianas todas.

No esperaba probablemente Clavijo que al final la cumbre quedara tapada por las declaraciones sobre la conveniencia de abrir un debate en Gran Canaria sobre el gas. No digo yo que no sea importante hablar del gas en Gran Canaria, pero tiene uno la impresión de que Soria se la ha jugado a Clavijo, después de mirarlo en todas las fotografías con el mismo cariñoso afecto con el que una boa constrictor mira a un polluelo. Es verdad que hay cumbres y cumbres y esta al final se había quedado en una cosa entre canarios, en la que -aparte Soria y su tropa ministerial, que esa sí acudió en bloque a la cita en Las Palmas- solo se trajeron a un secretario de Estado de Hacienda, para que no se diga. Pensábamos que la cumbre de marras iba a servir para vender que se acabaron las malas caras. Pero las malas caras solo han cambiado de ubicación: hemos pasado de malas caras entre Madrid y el Gobierno de Canarias a malas caras entre el Gobierno de Canarias y Antonio Morales. Una pifia presidencial, creo yo, si de verdad en lo que anda pensando Clavijo es en el futuro del gas, que no es lo mismo que en gasear el futuro del nacionalismo... En fin, que a cambio de darles un par de titulares a Clavijo y su buen rollito, y de la promesa del REF económico, Soria ha podido desplegar su aparato de propaganda a favor de la planta regasificadora de Arinaga y hacer juegos malabares con los 300 millones de euros de inversión que representa. Resumen de la cumbre: Soria en su papel de boa, con mirada hipnótica y sonrisa de una oreja a la otra. Clavijo dejándose querer dócilmente. Y el PSOE no sabe/no contesta.

Aunque es verdad -ahora que lo pienso- que lo del gas no está en el Pacto.