Conmemorado días atrás el 218 aniversario de la Gesta tinerfeña, en defensa, como en ocasiones anteriores, del apetito inglés por esta plaza fuerte e isla mayor de Canarias, queremos señalar que Tenerife, aunque fue la más importante derrota del famoso marino, no fue la única que encajó en su vida militar, pues fueron otras dos las que completaron la trilogía de su hoja de servicios. Por aquel entonces los corsarios ingleses, en colaboración con los aliados portugueses, efectuaban sus correrías por aguas canarias partiendo desde el puerto de Lagos (El Algarve) o de la cercana isla de Madeira, con la finalidad de lucrarse con sus abordajes y apresamientos. Llegando en algunas ocasiones a desembarcar -como en el caso de Tenerife- para obtener sustanciosos botines y repartirlos con su graciosa majestad británica.

Así pues, descartando la ya citada, referiré las otras dos de forma esquemática, teniendo como fuente mi anterior artículo publicado en La Prensa en julio de 2010. La primera de ellas fue en 1796, cuando al mando de la fragata "Minerve" y en compañía de la "Blanche" presentó batalla en aguas mediterráneas a las españolas "Sabina" y "Matilde", mandadas respectivamente por Jacobo Stuart (Estuardo), ascendiente de la fallecida duquesa de Alba, y por Miguel Gastón de Iriarte. Después de intenso cañoneo, la "Sabina" tuvo que arriar bandera y claudicar ante la "Minerve" de Nelson; quedando este sorprendido al conocer el origen británico de su oponente Stuart, nada menos que descendiente de los reyes escoceses, pertenecientes a la familia de los duques de Berwick; título que más tarde revertió a la de los duques de Alba por extinción de la primera.

Capturada la española, el entonces comodoro intentó marinarla hasta Gibraltar, pero la reaparición de la "Matilde" -que había logrado eludir a la "Blanche"-, en son de guerra contra su dañada fragata, le obligó a cortar amarras y liberar a su presa, enfrentándose con la recién llegada con evidente superioridad en potencia de fuego. Mas hete aquí que el resplandor y el ruido de los cañonazos alertaron a varias naves españolas que partieron en su auxilio desde el cercano puerto de Cartagena, destacando por su rapidez las fragatas "Ceres" y "Perla", seguidas del poderoso tres puentes "Príncipe de Asturias". Viendo la fuerza que se le venía encima, Nelson no se lo pensó dos veces y largó velas para alejarse de la inminente nueva contienda, sin importarle dejar abandonados a los tenientes Hardy y Culverhouse, junto con cuarenta marineros como tripulación de presa a bordo de la liberada "Sabina".

La tercera derrota recibida fue frente a los franceses de Napoleón en su frustrado bloqueo del puerto de Boulogne, en agosto de 1801. Por aquel entonces Nelson, vencedor en Aboukir, gozaba justa fama de prestigioso marino, pero de igual forma era denostado entre sus compañeros del Almirantazgo por su amancebamiento con Emma Hamilton. Tal fue así que se le encomendó, con la intención de penalizar su conducta, una contraofensiva para minorar el afán del emperador francés de acometer la proyectada invasión a Inglaterra. Aceptada la misión a regañadientes, al mando de la fragata "Medusa" y acompañado de una treintena de embarcaciones ligeras, atacó a la flotilla de Boulogne, compuesta por pequeños barcos y bergantines de escaso calado, que se refugió de inmediato en el interior del puerto, quedando el atacante y sus fuerzas fuera del alcance de los disparos, respondiendo de forma sistemática contra el lugar con escaso resultado. Replegado Nelson, volvió a atacar doce días después con más refuerzos, pero fue rechazado por sus rivales, el vicealmirante Latouche-Treville y el aliado español Antonio Miralles, con sus eficaces lanchas cañoneras. Razón por la cual abandonó el bloqueo y se retiró con sensibles pérdidas materiales y humanas, mientras sus rivales fueron ascendidos respectivamente a almirante y Jefe de la Fuerza Naval francesa, y el español condecorado y nombrado capitán de Navío.

Aclarada esta omisión histórica, sólo me resta reiterar que fue nuestra Gesta, sin duda alguna, la más relevante de las tres derrotas padecidas a lo largo de su vida militar, truncada por un balazo intencionado durante la batalla de Trafalgar; última gran contienda naval de la navegación a vela.

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