Con el título de mejor mago del mundo en el bolsillo, quizá haya "volado" y ya no se encuentre ahí, Héctor Mancha (Las Palmas, 1977) regresaba a Madrid desde la ciudad italiana de Rimini con un trofeo, y no es ilusión, que España no conseguía desde 1985 y que este canario suma a los de Campeón Norteamericano de Magia de Cerca o Mago del Año en España. Pero este galardón, logrado en competencia con 149 colegas, no ha conseguido que "desaparezca" el "duende" que lo anima a intentar lo imposible, al más difícil todavía.

¿Su inclinación a la magia es precoz?

Siempre sentí atracción por el misterio que envuelve el mundo de la magia; me quedaba pegado literalmente al televisor, boquiabierto y admirando los movimientos de los magos. Es verdad que de pequeño ya mostraba cierta habilidad para apropiarme de cosas y, acaso por eso, también ahora en mis espectáculos me dedico a robarle a todo el mundo (Ríe).

Si intentaran levantarle la cartera, ¿se daría cuenta?

A los carteristas el metro los cazo al vuelo, los huelo. Quizá porque tenemos algo de colegas (Ríe). Pero tampoco descarto que pueda caer, como cualquiera.

La puesta en escena, la ambientación, la teatralidad, ¿forman parte de la nueva forma de entender este arte?

La magia moderna se alimenta de los recursos del teatro y de otras disciplinas como el baile, la improvisación, la música... El mago, en definitiva, se dedica a contar una historia a partir de un personaje que siempre persigue un objetivo, consciente o inconscientemente. En mi espectáculo "El avaro", el protagonista se obsesiona con la idea de ganar y acumular más y más dinero, y el desenlace es que finalmente lo pierde todo.

Como Oliver Twist o el mundo de la picaresca que refleja la literatura del Siglo de Oro español.

Hay mucho de eso en mi espectáculo; está muy ligado a esa idea.

Frente a los ortodoxos, ataviados con chistera y frac, usted rompe con un atuendo informal.

Por supuesto siguen existiendo los magos de corte clásico, que representan sus números de punta en blanco. Yo me muestro ante el público descalzo, con la camiseta arrugada y unos vaqueros gastados, porque el personaje así lo requiere.

Un número como el suyo no es cosa de magia...

Hay mucho trabajo, investigación y desarrollo. El espectáculo que "El avaro" que presenté en el campeonato es el resultado de tres laboriosos años.

¿Y se plantea dejar la competición después de alcanzar este premio?

Entre tú y yo, voy a seguir compitiendo. A pesar de todo el gusanillo sigue ahí.

Y en su vida diaria, ¿la magia es algo que aparece y desaparece?

Soy una persona que observo, reflexiono, maquino cosas... Pienso de forma mágica.

¿Y los públicos?

Hay de todo. Desde el que se centra en descubrir dónde está el truco, lo que le impide apreciar la magia del espectáculo, hasta quienes se plantean disfrutar el momento y pasarlo bien. El público que acude a estos espectáculos es muy intelectual, muy reflexivo.

¿Cree que el espectador necesita saberse engañado?

Más que engañado, diría ilusionado. La gente ya tiene suficientes problemas en su vida diaria y cuando acude al teatro lo hace con el propósito de evadirse.

Un conejo saliendo de la chistera, esa paloma blanca que aletea en un pañuelo... ¿Imágenes y estereotipos superados?

El conejo lo prefiero al ajillo. Todo eso es muy antiguo, basado en la historia de una mujer que decía estaba embarazada de conejos , que adoptó un mago y así se planteó montar el número del conejo saliendo de la chistera. Hoy en día vamos por otro lado.

¿La magia hace escuela?

Hay muchas escuelas. Por ejemplo, en Madrid durante un fin de semana puede haber programados hasta sesenta espectáculos.

¿Y en Canarias?

Hay una tradición. En Tenerife nació uno de los mejores magos del mundo en la especialidad de cartomagia, Arturo de Ascanio, que se trasladó de a Madrid, como yo, y dejó como legado sus conocimientos teóricos.

¿Qué guarda en la chistera o en el bolsillo del vaquero?

Cuando pase todo el torbellino de la competición, con viajes a Corea del Sur, París, Suecia y Suiza me dedicaré a montar un nuevo espectáculo al que ya he puesto nombre: "Roba como puedas", que se inspira en las diferentes técnicas de robo.

Y todavía conservo la cartera.