No fue una romería masiva, tampoco de vino y guitarra. Al contrario, el trono de Nuestra Señora de las Nieves regresó al Real Santuario entre la alegría de la gente de su tierra, un millar de personas que sienten como propio todo aquello que rodea a la Virgen.

No fue peor que la bajada del trono. Fue diferente, pero no peor. Cómo decirlo... ¿Más casera?, sí, ¡eso! Sin tanto turista. Con más gente de los barrios cercanos, personas de aquí. El descenso fue un acto multitudinario, de decenas de miles de romeros. ¿Se acuerdan? De egos, incluso, por bajar las piezas en los tramos más mediáticos. Aquello fue pongamos que "gracioso".

Pero los eventos no se miden tan solo, al menos no debería ser así, por la capacidad de convocatoria sino que, además, deben tenerse en cuenta factores como, por ejemplo, los sentimientos que desprenden los participantes. Y sí, los mil ciudadanos de ayer, al menos ese grupo, sabía a lo que venía.

Más de 250 personas llenaron la iglesia de El Salvador en la misa de romeros. Luego, las piezas se sacaron a la plaza de España, en manos de aquellos que se encargarían de llevarlas hasta el Santuario. Sonaron castañuelas (¡impresionantes!), tambores, flautas... nada de guitarras ni timples. La imagen de la Virgen no fue sacada del templo para que los fieles la honraran. Se anunció que sí, pero fue que no. ¿Por qué? cosas de la Iglesia. Un par de canciones, otros vivas a la Virgen y... a subir.

La romería comenzó por la zona histórica. Un llaneo. Plaza de España, Pérez de Brito, Cuatro Esquinas... se llegó a Benahoare. De allí para arriba, por el barranco de las Nieves. Subida sin demasiada pendiente, pero con calor. Mucho. A la mitad del recorrido, desayuno para "todos": pan con chorizo y vino.

Hasta el templo se caminó por el cauce del barranco, que han convertido en vía asfaltada. Así es el humano. Dónde mete la mano... Dos horas y media después de salir de El Salvador, aproximadamente, llegó la primera pieza del trono al Santuario de la Patrona. Luego, el resto. Ramón las agarró de una en una y se las fue dando a Julián. Son dos de los custodios de la Virgen, cuya imagen subirá el 5 de agosto. ¡Ah!, no venga de romero, ese día no, que sube en procesión.