Nunca ha dejado de ser niña y ese espíritu, que es también una forma de mirar y sentir, acompaña las páginas de "Pe-pita Chiflalinda y la isla de Pitipititotó", un libro-juego, que invita al lector a colorear, a completar frases inacabadas y a volar con la imaginación.

Paqui González (Las Palmas, 1976), periodista de TVE, ha ejercido como enviada especial a China, Argentina y Mauritania. El gigante asiático la ha marcado, de hecho tras su formación académica en Ciencias de la Información se licenció en estudios de Asia Oriental, especializándose en chino, "que hablo con una mezcla de acento canario", asegura. Y, precisamente, uno de los objetivos que se propone es traducir el libro al chino mandarín.

Entre 2007 y 2011 se especializó en información educativa, como apoyo a su cometido en el telediario en el seguimiento al entonces ministro de Educación, el socialista Ángel Gabilondo. "Y esto es resultado de aquello", dice.

"Quien me conoce bien sabe que nunca he abandonado la infancia, lo que no supone un rasgo de inmadurez, al contrario. Estoy convencida de que se hace preciso mirar ciertas cosas con ojos de niño, aunque la realidad nos responda a base de palos". Y lo describe con la imagen de "un cuarto reservado y exclusivo para uno mismo, al que nada ni nadie tiene acceso, ni siquiera el paso del tiempo".

Cuando se refiere al lenguaje del libro explica que se dan diferentes registros; cómo el tiempo no se mide en minutos, sino de geenpasó en genepasó, palabras inventadas como las que aparecen en la obra "Alicia en el país de las maravillas". Y aunque Paqui sostiene que no concibió esta historia pensando en ella, "es verdad que determinadas lecturas infantiles te dejan un poso". De ahí que al representar la imagen de la protagonista pensara en una niña pelirroja, "por la impronta de Ana la de las tejas verdes o de Pipi Calzaslargas", siempre presentes en su imaginario.

Aunque la naturaleza del relato pueda suponer un alejamiento de la realidad, "a través de la propia historia, del lenguaje o por el carácter de las ilustraciones", de otra parte demuestra estar muy cercana a ella en su objetivo social, "de ayuda a todos esos niños que han sufrido las consecuencias de un terremoto en Nepal; los que se han visto forzados a abandonar con apenas lo puesto un país azotado por la guerra como Siria y se adentran en un mundo incierto; por esos 2,2 millones de niños que se encuentra al borde de la exclusión en España... Antes, cuando se hablaba de pobreza la mirada se dirigía automáticamente hacia África, Sudamérica, pero con esta crisis hay que volver la vista hacia nuestra propia casa". Y es que en Canarias y por extensión en España, "existen niños cuya principal comida del día la reciben en el colegio".

Este libro, además, permite relecturas y resulta fácil abordarlo desde cualquier edad. "Cuando me preguntan si estaba pensado para un público infantil, mi respuesta es ¿obras como Alicia en el país de las maravillas o El principito son lecturas infantiles..?".

Y Paqui, entornando los ojos, descubre que tiene una novela a medias, "el principio de algo: un viaje hacia lo social a través de la literatura". Y con China de fondo.