Desde hace algunas semanas guardo un recorte de prensa de europapress.es para indagar en un proyecto que están desarrollando en Seattle (USA) y que la agencia de noticias tituló de forma atractiva: "Deciden poner una guardería en un centro de ancianos y sus vidas cambian por completo". Se trata de una residencia llamada Providence Mount St. Vincent en la que viven unos cuatrocientos ancianos. Por lo que he leído, la iniciativa ha consistido en establecer unas horas de convivencia entre los mayores residentes y niños y niñas de primaria de una guardería que se ha establecido allí. Durante ese tiempo dos generaciones tan distintas se hacen compañía, juegan y aprenden mutuamente.

La cineasta Evan Briggs, autora de varios cortos, se interesó por la experiencia y está elaborando un documental que recoge en detalle la convivencia entre niños y ancianos bajo el título "Present Perfect". "Es una película sobre los muy jóvenes y los muy viejos". La directora espera tenerla acabada para el verano de 2016. Todo esto lo he leído en la web de la película, donde se explica que han querido captar las "complejidades y sutilezas" de las interacciones generacionales y explorar al mismo tiempo la experiencia de envejecimiento en Norteamérica. Dice Briggs que le llamó la atención el concepto "Centro de Aprendizaje Intergeneracional" y que "tenía curiosidad por observar estos dos grupos que ocupan los extremos opuestos del espectro de la vida, y ver de primera mano lo que significa para ellos estar simplemente presente con los demás".

A mí lo que me llama la atención es la constatación de un aprendizaje mutuo, no solo el aprendizaje de las criaturas. Escuché no sé cuántas veces que todo lo importante para el cerebro humano sucede antes de los 3 años de vida. Sin embargo, leyendo a José Antonio Marina descubrí que este es uno de esos mitos sobre el cerebro que se han extendido como interpretaciones incompletas o erróneas y que la ciencia se está empeñando en desmontar. Citando a David Sousa, señala que "el proceso denominado neuroplasticidad es especialmente rápido en los primeros años, pero continúa a lo largo de toda la vida. El cerebro se reorganiza a sí mismo continuamente". En el extenso artículo de Marina sobre Neurociencia y Educación publicado en la Universidad de Padres, aparece una nutrida lista de investigadores en esta materia que vienen a decir que el cerebro no está totalmente hecho y debemos saber que lo podemos esculpir. Y que la educación, la experiencia, el entrenamiento constante convierten cada cerebro en una obra única.

Marina, que es catedrático de Filosofía jubilado y que aún continúa compartiendo lo mucho que sabe de pedagogía, ha hablado recientemente de la "pedagogía de la vejez" en El Confidencial. Y ahí expresa convencido que "podemos, y tenemos, que aprender a lo largo de toda la vida". Incluso concreta que "hay un talento infantil, un talento adolescente, un talento adulto y un talento anciano". Y lo explica: talento para elegir nuestras metas, talento para buscar información, talento para saber qué hacer con lo que sentimos, talento para mantener el esfuerzo necesario en busca de un objetivo sano.

Los investigadores insisten en que el cerebro se "reorganiza" así varias veces en el recorrido existencial de una persona. Me lo figuro como poder estrenar posibilidades y capacidades a cualquier edad.

Me resulta apasionante que el envejecimiento no tenga por qué asociarse a una etapa de declive sí o sí. Un declive patológico o de estancamiento o desgana o indiferencia. Sino que pueda vincularse a un renovado tiempo de aprendizaje con nuevas estrategias, nuevos recursos, nuevas habilidades. Un tiempo para seguir siendo talentoso, de otra manera.

@rociocelisr

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