Tras un año de preparativos, la escuela de percusión de Bloko del Valle aterrizaba hace unas semanas en el vecino archipiélago de Cabo Verde con la intención de hacer sonar en estas islas sus tambores de la convivencia.

El proyecto crece y después de cumplir uno de sus muchos sueños, la realización de una gira con chicos kenianos por distintas ciudades europeas, ahora amplían sus horizontes y lo hacen nuevamente en África.

Bloko del Valle es una Asociación músico y sociocultural sin ánimo de lucro, con sedes en Tenerife y Euskadi, que lleva desde 2010 proponiendo la música, y en concreto la percusión, como instrumento para fomentar conceptos como integración, igualdad, respeto, cooperación, asertividad, compañerismo y tolerancia.

El grupo que se ha desplazado a Cabo Verde está formado por Unai, Erika, Lefe, Jairo, Natacha, Abril, Luly, Noelia, Miren y Gotzon, acomoda su programa a la filosofía africana, a la quietud y a esa manera tan particular de medir el tiempo que allí se tiene.

Gracias a la colaboración de Acrides (Asociación de Niños Desfavorecidos) este colectivo trabaja en uno de los barrios marginales de Praia, Tira Chapeu, donde la llegada de los tambores ha roto la monotonía.

"Es una propuesta que, a modo de juego, pretendemos que forme no sólo a nivel musical, sino en valores como el compañerismo, el espíritu de grupo, que a la larga pueda ser un medio de intercambio, conocimiento y convivencia con otras culturas y, quien sabe, si hasta una salida profesional", señala Unai Cañada, quien mantiene con sonoridad el lema "Un poco de Futuro" y destaca cómo "aquí la música la viven desde niños, está presente a todas horas y en todas partes y los artistas están bien reconocidos socialmente".

Lo cierto es que la acogida de los caboverdianos hacia los miembros de Bloko del Valle "ha sido espectacular" y se hace evidente en "los niños y la gente que sorprendida nos sigue y nos oye por las calles y plazas donde tocamos, que asisten a un espectáculo al que no están acostumbrados".

Eso a pesar de que existen muchas batucadas, que a juicio de Unai Cañada "aunque suenan muy bien, interpretan con gesto serio, algo parados y desde su punto de vista, los mejores son aquellos que tocan más fuerte y más rápido...". La diferencia con el grupo de percusión tinerfeño resulta meridiana: chicos y chicas felices, sonriendo, tocando y bailando, matizando ritmos y provocando al público... De ahí que los caboverdianos se pregunten: ¿Pero eso se puede hacer?", señala Unai.

Las jornadas se suceden entre reuniones, talleres, espectáculos, amigos, sorpresas, niños, jóvenes, músicos, calor, cansancio, felicidad, grupo, buena comida, poco descanso, personas cada vez más cercanas, más niños...

La música se vive por todas partes. "Justo debajo de casa oímos cantar". En segundos Lefe y su guitarra se suman al grupito y le siguen Jairo y Erik. Más amigos y nuevas invitaciones. "La gente de aquí es muy sencilla, cercana y acogedora y si hay música por medio...".

Unai Cañada relata que "los días son muy intensos" y siempre surgen cambios de última hora, como cuando tenían previsto tocar en el parque 15 de Julio de Praia "y al llegar nos encontramos con un festival de Batuke al que solo se puede acceder tras previo pago de una entrada". Unai habló con los organizadores y les propuso abrir el festival. Accedieron. "Allí nos vimos ante gente que se cuestionaba lo que serían capaces de hacer estos blanquitos con tambores... y tanta chica...

Pues tocamos y... aplausos.

Autor:

Erika Urquiola y Gotzon Cañada.

Título:

"Un poco de futuro. Tambores para la convivencia".

Género:

Documental.