Cualquiera que haya visitado la capital de España -dicho sea sin tener en cuenta las aspiraciones de Arturo Mas- y paseado por sus lugares más céntricos, es probable que se haya topado con alguno de esos vendedores ambulantes que llevan toda la vida apostados en las mismas esquinas para proponer al viandante ocasional -porque el habitual ya los conoce de sobra y no se deja embaucar- cualquier objeto de dudosa utilidad y calidad, adocenado con un recurrente discurso de viabilidad. Ejemplo que vale para señalar a cualquier réplica política que ostente ocasionalmente la mayoría de gobierno.

Estos días, pese a la habitual escapada vacacional, hemos leído y escuchado a múltiples representantes de la facción citada el argumento de lo hábiles que han sido por su gestión con el sector laboral, facilitándole el privilegio de un empleo basura con carácter temporal y de media jornada; aunque luego se les obligue a trabajar a tiempo completo y sin remuneración por las horas extras so pena de despido si reclaman, porque habrá cientos de aspirantes. Dicho de otro modo, el partido gobernante, con su líder a la cabeza, no para de asumir protagonismo en la mejora laboral y económica del país, cuando la realidad es bien distinta, aunque aludan a cifras macroeconómicas que sólo benefician a la clase privilegiada y nunca a la trabajadora. Hace días un edil me comentaba en tono confidencial que gracias a la existencia de una ONG en su barrio no se había experimentado un aumento de la delincuencia, dado el grado de precariedad de las numerosas personas que acuden a surtirse de alimentos básicos para sus hijos y el resto de la familia. Y si esto supone la realidad de una situación económica que se maquilla falazmente, no lo es menos el agravio comparativo respecto de cualquier otra comunidad peninsular al minimizar a los canarios, por debajo de la media establecida, la aportación estatal por habitante en los Presupuestos para 2016. Más de lo mismo para Canarias, sea cual sea el partido que gobierne, porque en materia de igualdad y sensibilidad política todos están cortados por la misma tijera con esta región alejada, enfrentada, aunque se omita, a la amenaza encubierta del yihadismo a escasos kilómetros de nuestras costas.

No hace falta estar muy versado en materia económica para ser escéptico ante el aluvión de datos que esgrimen los representantes de turno, hablando del compromiso con Canarias con la misma vehemencia que lo hacen sus opositores, a la espera de que las urnas les hagan cambiar sus posibilidades, como tampoco lo son las propuestas de algunos partidos emergentes, haciendo honor al refrán de que es más fácil predicar que dar trigo.

En estos días de estío ha surgido el sambenito del dudoso futuro del plátano canario, que atenta contra nuestro cupo peninsular ante la posible intrusión competencial de Ecuador; también en otro aspecto un exconsejero insular de Agricultura menciona lo que es palpable en cualquier curva del medio rural. Un panorama de campos sin cultivar y el envejecimiento biológico de los que aún lo ejercitan. Y a este abandono sistemático de lo que podría ser nuestra despensa, y la de los hoteles de todas las islas, hay que unirlo al repunte estacional del sector servicios y del comercio. Y pese a este panorama circunstancial, poco creíble, seguiremos escuchando por las esquinas de lo cotidiano el mismo discurso, similar al de los vendedores de humo de las esquinas de la Villa y Corte. Eso y a contemplar a Mariano Rajoy dando saltitos cursis por tierras gallegas, imitando a un desganado corredor de fondo.

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