Me gusta este programa de Televisión Española conducido por Ramón Gener, un barítono de origen catalán que lleva en su alma el amor por la música clásica y especialmente la ópera, de la que es todo un experto. Profesional y entusiasta, resalta siempre que siente devoción y pasión por el género, y que su vida está impregnada de ópera y que sin ella no hay vida. "Esto es ópera" se ha convertido en uno de los mejores programas que se pueden ver ahora en televisión. Es un canto a la ilusión y la alegría de las melodías clásicas, y lleva tal grado de amenidad, buen gusto y conocimientos que es imposible sustraerse de su narración.

El presentador, además de barítono, también es un gran pianista, por lo que introduce al espectador en los conocimientos y entresijos más profundos de las partituras. En cada programa desvela un título importante, relata la vida de sus creadores, tanto libretistas como compositores, y desmenuza con detalle el maravilloso encanto de cada pieza musical universal, relacionándolas con el cine, con obras maestras de la pintura o con otros números. Desmigaja oberturas, arias e interludios, los grandes momentos de cada obra, y tiene una sensibilidad especial para mantenerte expectante ante la información de los lugares donde transcurre o procede cada obra. Un ejemplo fue en uno de los programas dedicados a Verdi, en el que relató cómo se dio a conocer la famosa aria "La Donna e mobile...", partitura que escondió el autor hasta el mismo día del estreno, dándosela al tenor unas horas antes, pues estaba seguro de que sería un bombazo. Ilustre momento musical, reconocido en todo el orbe tantos años después.

Ramón viaja por el mundo en busca de los lugares u orígenes de cada ópera, alejando en un principio la obra de la presentación elitista y mostrando el porqué de cada nota musical, su significado y las circunstancias que rodean a cada una de estas piezas de teatro cantado. En una función todos juegan el mismo partido, y nadie, por muy minúsculo papel que acometa, deja de ser importante. Solo puede salir adelante si el conjunto funciona: orquesta, coro, elenco, dirección... Todos son intérpretes de una historia, a veces triste, otras alegre, pero nunca indiferente, por eso llevan tantos años escenificándose. Ahí tienen "La Boheme" con 218 años y sigue tan campante. Pero si es importante lo que ve el espectador en la caja escénica, fundamental es el concurso de los profesionales que se esconden tras los telones, maquinistas, eléctricos, técnicos de caracterización, sonido o iluminación.

Dice Ramón que en un momento de su vida se dio cuenta de que su voz no estaría nunca en los grandes teatros, que, utilizando el símil deportivo, sería de los equipos que suben o descienden. Narra con alegría y transmite con buen gusto sus conocimientos. Desata su fervor cuando lleva a su terreno a un público desconocedor, observando cómo nadie queda indiferente. Es un auténtico fenómeno de comunicador. ¡Bravo! Lástima que los programadores cambien tanto la emisión del programa. Ahora puede verse en la segunda cadena sobre las 13:30 horas de los domingos.

El entusiasmo de Ramón me recuerda a un gran amigo de la niñez y adolescencia, Dionisio se llamaba. Cuando lo conocí era un chico apocado que no jugaba con nadie, parecía que solo yo lo comprendía. Su padre quería que fuese médico, pero su pasión era el teatro, la música, la ópera. Cuando falleció su progenitor, se trasladó con su hermana a Madrid, donde estudió canto y se presentó como tenor lírico a la Orquesta Nacional de España. Ganó la plaza con solvencia, y desde los 21 años formó parte del coro hasta su retirada al cumplir los 65 años. Hizo su vida trabajando en lo que amaba, conoció y viajó por todo el mundo, cantó a las órdenes de los directores más importantes, acompañando a solistas de prestigio. Era feliz con lo que hacía, por eso lo recuerdo con cariño, un afecto que era mutuo, como me demostró muchas veces. Antonio Lecuona, otro amigo fallecido, coincidió con él en un crucero, y me contó que Dionisio habló muy bien de mí, y que agradecía los años que convivimos y fuimos vecinos, porque fui el único que trató de comprenderlo.

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