El ministro Soria acaba de descubrir que los sueldos de los directivos de las grandes empresas que cotizan en bolsa son estratosféricos. Se trata de una declaración sorprendente, viniendo de alguien que ha lidiado con esos directivos en los últimos años, y debería estar muy enterado de lo que cobran. La verdad es que los miembros del Gobierno llevan varios años con el sueldo congelado, después de habérselos rebajado como todos los funcionarios. Aún así, el sueldo de un ministro del Gobierno de España no está del todo mal: es de 68.981 euros, y el del presidente del Gobierno de 78.185. Son cantidades bastante parecidas a las que cobran el presidente y los consejeros del Gobierno de Canarias, y se da la paradoja de que hay otros cargos del Gobierno que -por ser funcionarios- pueden llegar a cobrar más que un ministro. Por ejemplo, el director del gabinete del presidente Rajoy cobra un 50% por ciento más que su jefe. Y el jefe de gabinete del Ministerio de Defensa, que es un militar de carrera, cobra más que el ministro Morenés. Aunque cuando uno deja de ser ministro suele tenerlo fácil para volver a ser empleado con un sueldo estupendísimo en una empresa importante. Hay miembros del Gobierno de Paulino que ya se han recolocado en empresas con las que trataban desde el Gobierno. Alguno pasándose las incompatibilidades por el arco de triunfo, y otros cobrando el doble de lo que cobraban con Paulino...

Pero volviendo al asunto..., es cierto que la Administración paga a sus dirigentes menos de lo que las grandes empresas pagan a los suyos. Muchísimo menos de hecho. Ocurre en la Administración del Estado, y ocurre también en Canarias: ningún miembro del Gobierno de Canarias, en ningún momento, ha cobrado jamás ni la tercera parte de lo que cobraban el presidente o el director general de la extinta CajaCanarias, empresa que a lo mejor se extinguió también por eso, y que -dicho sea de paso- también era "medio" pública. Los salarios de los altos directivos de las empresas "medio" públicas o de las grandes empresas privadas -también las más vinculadas con lo público, como los bancos, las eléctricas, o las telefónicas- son realmente estratosféricos, como ha dicho el ministro. En estos tiempos de crisis, en alguna de ellas se ha legado a destinar más recursos a pagar a sus altos directivos que a retribuir al capital, lo cual debería ser un escándalo, incluso para los más acérrimos defensores del mercado.

El problema de las grandes empresas es que los sueldos, los bonus y esas cosas con las que se paga la dedicación de sus directivos los fijan en la práctica ellos mismos. Por eso, más que escandalizarse al final de su mandato por los sueldos que cobran los directivos del IBEX 35, lo que tendría que hacer Soria es regular los sueldos que se pagan en España. No se trata de implantar el comunismo y prohibir a las empresas que paguen lo que quieran. Es más sencillo. A partir de cobrar quince veces (por ejemplo) el salario mínimo, el resto se lo queda el Estado en forma de impuestos. Si a Soria le parece estratosférico el sueldo de los amos del universo, lo que procede es que convenza a Rajoy y se reforme el IRPF para que pague proporcionalmente más impuesto quién más tiene, y no al revés.