La política, como el clima, tiene a veces sorprendentes anomalías. Granizo que cae en verano. Tormentas de agua en agosto. Yo qué sé, cosas raras. En el penúltimo Gobierno de Canarias, en paz descanse, hubo un director general de Aguas que fue nombrado y nunca tomó posesión de su cartera, que no sé si llamarla jarra por el tema de su departamento. Y aunque el hombre no estaba de cuerpo presente, estaba en el organigrama y en las errepetés o como se llamen esas cosas tan raras que hacen en las administraciones públicas para enchufar a la gente. En el caso que nos ocupa se trata de lo contrario. Además de batir el récord de Pipino el Breve (que no fue, de hecho, tan breve), lo de Emilio Mayoral, ex director general de Transportes del Gobierno de Canarias, ha sido visto y no visto. Una plusmarca en entrar y salir.

Mayoral ya tiene la mili hecha. Ha sido alcalde de Las Palmas, que es como haber estado en la operación "Tormenta del Desierto". Y ha sido diputado del PSOE, que es como haber sobrevivido al fuego amigo en la batalla de Las Ardenas. Esto de la política no le coge de nuevas. Así que el hecho de que haya tomado posesión de su cargo y haya presentado su dimisión en el curso de unos pocos días no se puede explicar por que el hombre se haya llevado una decepción entre lo que uno piensa que es el poder y lo que realmente es el poder.

Tal vez Mayoral llegó a la dirección general, echó un vistazo al equipo que había hecho la consejera majorera Ornelia Chacón y le entró un frior. Luego intentó animarse y se vino hasta la vicepresidencia del Gobierno, en Santa Cruz de Tenerife, para exponerle el problema a la vicepresidenta Patricia Hernández y el frior se le enfrió aún más. Y ya se sabe lo malos que son los enfriamientos para los catedráticos de secundaria.

Todo esto, claro, son especulaciones. Lo que dicen los que dicen que le conocen es que, además de que la estructura socialista en el Gobierno le parece a Mayoral tal que una cagarruta de abubilla -llamada en Canarias tabobo-, encima se huele que todo esto es el sueño de una noche de verano y que cuando llegue noviembre y el PSOE no gane las elecciones generales, sino que, inexplicablemente, gane de nuevo el PP, pues que el pacto de Canarias se irá a freír puñetas y que él no va a dejar su plaza en el Instituto Felo Monzón de Gran Canaria para tener que volver a pedirla a comienzos del año que viene. Que no es serio. Y tal.

Cómo debe estar la cosa por ahí dentro que la gente, a poco que puede, sale de estampida. Los que tienen manga, como Wert, para París. Y los que no, para el instituto. Claro que si a Mayoral le hizo falta meter el hocico dentro para saber lo que ha hecho su partido con los nombramientos, es que andaba el hombre bastante despistado. Que crea que el PP va a ganar otra vez no hace sino confirmarlo.