El 17 de junio de 1936, el entonces comandante general de Canarias, Francisco Franco Bahamonde, celebró un almuerzo con un grupo de oficiales en el monte de Las Raíces, en Tenerife, para, según las crónicas, preparar el golpe militar de un mes después, que derivaría en guerra civil.

Veintidós años después, en octubre de 1958, en el lugar de esa reunión, en lo profundo de un paraje natural de pinos canarios, se inauguró un obelisco conmemorativo por iniciativa de la Hermandad de Alféreces Provisionales, un acontecimiento que reflejaba el No-Do de la época.

En octubre de 2015, ese obelisco de hormigón y piedra, ahora deteriorado, abandonado y cubierto de pintadas, sin carteles ni leyendas que identifiquen su motivo, será demolido por el Cabildo de Tenerife, y los escombros enviados a un vertedero.

Se cumple así estrictamente la Ley de la Memoria Histórica y también una moción unánime del pleno de la institución insular de 2008 que nunca se llegó a ejecutar, explica el consejero socialista de Medio Ambiente de esta institución, José Antonio Valbuena, quien nada más llegar al cargo decidió reactivar el acuerdo.

El consejero no concede ni valor artístico ni histórico al monolito, e insiste en que en un entorno natural protegido como el monte de Las Raíces sería impensable erigir ahora un monumento semejante.

El acuerdo plenario alcanzado en 2008 hablaba de la retirada del monumento, pero la posibilidad de que el monolito se desmontara para trasladarlo al museo militar Almeyda, propuesta por la asociación Tertulia Amigos del 25 de Julio, dedicada a la difusión de la historia de Canarias, ha sido descartada. "Esto no es un emblema militar, no hay ninguna conexión entre el ejército y ese monolito", argumenta Valbuena en relación a este aspecto.

Aunque el político socialista reactivó el acuerdo plenario en julio, el derribo tendrá que esperar hasta el mes de octubre, debido a que aún se está tramitando el proyecto de demolición, tras lo cual se requerirán los informes internos pertinentes.