El sábado 6 de junio de 2015 (pronto hará tres meses) podíamos leer en EL DÍA unas declaraciones de don Dámaso Arteaga, hoy concejal de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Santa Cruz, respecto del denominado Pabellón Exterior. Decía así: "Solo estamos a la espera de que en dos semanas se defina la titularidad de sendos espacios en Cuchillitos de Tristán y Tío Pino, las alternativas para ubicar la Escuela de Tenis, que deberá trasladarse. Luego iniciaremos el proceso con el preceptivo plan de viabilidad económica, que ya está preparado, para desbloquear por fin la obra".

Como vecino de este todavía esqueleto de obra, recuerdo observar el proceso constructivo desde su origen y me congratulaba por lo que yo consideraba un modelo de buena planificación en el día a día de aquel levantamiento de obra. Y... se paralizó, en la situación que durante casi diez años viene mostrando a los vecinos de la zona, que somos los que "disfrutamos" de la vista que se nos ofrece, y a cualquier ciudadano que pase por allí. Diez años, diez, de un capital arrumbado y de unos servicios no disponibles.

Cuando la obra se paralizó, el entonces concejal de Deportes de Santa Cruz, don Jaime Hernández Abad, vino a decir que tal situación devenía por un desacuerdo entre la dirección de obra y la contrata por importe de 36.000 euros a causa de desavenencias en la pintura. Desde mi atalaya no contemplaba yo trabajos de pintura, pero... así sería. Lo cierto es que la obra se paralizó absolutamente. A uno le cuesta creer que aquello fuera posible por tal cantidad de poca entidad en el conjunto global del proyecto, que era de 1.144.953 euros. Supongo que otras razones habría, inconfesadas o inconfesables.

A estas alturas de la película es seguro que la culminación de la obra costará más del precio comprometido en su día para el conjunto del proyecto. E irá encareciéndose más según vaya corriendo el tiempo sin acometer la reiniciación de la obra hacia su culminación.

Querría creer que don Dámaso Arteaga está dotado de argumentos serios para expresarse como lo hizo, según se recogió en EL DÍA, pero me temo que tales declaraciones no son sino otros tantos cantos de sirena para alagar los oídos de un buen número de "argonautas" que deseamos ver aquella obra terminada y en servicio. Y rentabilizándose el dinero allí invertido y que todavía tiene cuerpo de despilfarro.