¿A cuantas personas conoce que a sus 63 años y una indemnización de seis millones de euros hayan decidido "volver a empezar", máxime después de haber sido durante casi 35 años director de dos periódicos de tirada nacional? Si no se llamara Pedro J. Ramírez, seguro que saldría en la prensa -ya sea digital (como todavía hoy se dice) o de soporte papel- como un emprendedor bohemio. Explica que cambia la rotativa por el "smartphone" sin renunciar a su vocación: ser periodista. Con heridas a sus espaldas, como el caso GAL y el Gobierno de Felipe González o los desencuentros con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, al que se le atribuye su caída "en desgracia" de El Mundo, Pedro J. vuelve a la carga en septiembre con El Español. Advierte que no es por revancha, sino por una necesidad vital de informar.

La imagen arrogante del tertuliano con tirantes que aparece en la televisión se torna en una conversación cercana, en la que reivindica el compromiso del periodista con la sociedad y hace análisis de la profesión. En vez de lanzar el arpón, ha decidido mojarse en una batalla por engrandecer la comunicación. Ese es su objetivo.

En los tiempos políticos que corren, y con el debate independentista en Cataluña, ¿no es una provocación sacar a la calle una cabecera que se llame El Español?

En primer lugar, es un homenaje al buen periodismo político y cultural del siglo XIX y de comienzos del siglo XX. En España hay mucha ignorancia sobre nuestro pasado y dentro incluso de la profesión periodística. Pero El Español es la cabecera histórica que lanzó el nombre de José María Blanco White y fue donde desarrolló su teoría del liberalismo que tanta influencia ha tenido durante dos siglos en la cultura occidental.

Acuña dentro de El Español "El arponero ingenuo", que trajo de su última etapa en El Mundo.

Es la sección en la que escribí en El Mundo sin ser director.

Una ironía... ¿Conoce un arponero ingenuo, sin puntería?

Atreverse a enfrentarse al poder en un momento en el que el poder está tan acorazado y tan pertrechado... No deja de ser una ingenuidad que los periodistas tratemos de cumplir con nuestra obligación y con nuestra función social en un momento en el que han intentado ponernos a todos de rodillas como profesión y como grupo; es una forma de intentar ponerse de pie. Es un empeño noble que no deja de tener un punto de idealismo y tal vez de ingenuidad.

¿Qué fue del llamado cuarto poder?

El cuarto poder está en sus cuarteles de invierno, atrincherado, a la defensiva, acosado, como consecuencia de la ofensiva que el poder político y el económico, a menudo, en comandita, vienen desarrollando desde que estalló la crisis económica. Nuestra posición se ha debilitado por el deterioro de las cuentas de resultados y los propietarios y los gestores de los periódicos hacen de correa de transmisión de las demandas del político y del poder económico, introduciendo en las redacciones elementos de censura y de autocensura. Esto es algo que he hablado con compañeros a nivel nacional, en la prensa autonómica y en la local y en todas partes hemos tenido experiencias similares.

¿A mayor dependencia económica, mayor dependencia informativa?

Esta es la cuestión; cuando desarrollábamos una actividad próspera, en líneas generales los accionistas estaban contentos y los propietarios de los medios dejaban hacer a los profesionales dentro de unos baremos normales y razonables, pero desde que han sentido la mano en el cuello de la cuenta de resultados se han puesto lógicamente nerviosos y quienes tienen el grifo de la inversión publicitaria han dicho: esta es la nuestra; por eso el poder de los periodistas ha disminuido considerablemente en sus propias empresas.

¿Los periodistas son ahora altavoces del poder establecido?

Mucho más a menudo que antes. No digo que se pueda establecer una regla general y no trato a todos por igual. En conjunto, hay menos margen de maniobra para la profesionalidad y muchas más injerencias en las redacciones de las que había hace cinco años.

¿La profesión está marcada ahora por aquello de estás conmigo o estás contra mí?

Muchos empresarios se han contagiado de los vicios de los políticos y tienden a ese maniqueísmo. Y también es verdad que en la propia profesión hay muchos que por espíritu sectario o por mero sentido de la supervivencia tienden a alinearse en alguno de los bandos.

¿Para ser independiente hay que ser empresario de la comunicación?

No, para ser independiente hay que formar parte de un proyecto que sea independiente, y para que sea independiente tiene que ser viable, es decir, rentable. Eso es lo que intentamos en El Español. Intentamos hacer algo que sea viable por que sea rentable.

Pero quien pone el dinero marca las pautas.

Para desarrollar proyectos digitales no hace falta tanto dinero o también es posible reunir una cantidad importante a base de conseguir un fortísimo apoyo social como lo ha conseguido El Español. Por eso tenemos 5.624 accionistas y vamos ya por los 9.027 subscriptores (datos del jueves).

El Español es realidad gracias a una inversión de 18 millones, seis de ellos llegados de su liquidación de El Mundo.

No deja de ser una ironía que los que maniobraron para destituirme se están convirtiendo en los principales financiadores de El Español.

¿Ya lo han llamado para interesarse por qué línea editorial va a tener?

A mí me ha dejado por imposible mucha gente hace mucho tiempo. Este fin de semana vamos a poner en marcha algo muy novedoso: vamos a someter un documento con nuestras prioridades editoriales para debate y discusión de los suscriptores y que puedan intervenir.

El Español cuenta con una plantilla de 72 redactores.

Sí, ese número va a depender también del período de maduración que vayamos a tener. Somos el mayor creador de empleo en la profesión desde hace tiempo, porque nadie había creado hasta ahora de golpe 72 puestos de trabajo. Desearía que el éxito sea rápido y nos permita aumentar la plantilla en un futuro no lejano.

¿El Español es una apuesta personal suya?

Es una apuesta colectiva de un grupo de personas en la que yo ejerzo un papel de dirección y liderazgo. Un periódico nunca puede ser una apuesta personal e individual; es como si alguien me dice que una orquesta es la apuesta personal del director. Por muy buen director que haya, si no hay buenos violines, buenos percusionistas y buenos flautistas, la orquesta no suena. Es un proyecto colectivo al que me toca liderar por tercera vez en mi vida profesional.

¿Qué ofrecerá El Español?

Habrá contenidos informativos a los que solo tendrán acceso los suscriptores. El principal de ellos será el contenido que se ofrecerá a última hora de la tarde o primera de la noche como un periódico que competirá con las ediciones digitales del quiosco y Mas y Orbit, solo que no será un PDF. No será la reproducción ortopédica de las páginas diseñadas para un formato convencional, sino que será un periódico concebido para los soportes digitales. Luego están las ventajas de la "Zona Ñ" y el "Club del Suscriptor", un instrumento de participación permanente. Queremos que El Español sea un proyecto que implique a mucha gente y por eso estamos creando estos instrumentos de participación.

Si un domingo solo tuviera dos euros en el bolsillo, ¿qué haría: comprar un periódico o tomar un café con leche?

Lo invertiría para comprarme el mejor dispositivo móvil en el que tener la mejor experiencia posible para leer periódicos en abierto o en cerrado. Alguien me ha preguntado si El Español no va a tener una edición impresa, y le digo: "Sí, esta es nuestra rotativa", y le saco mi "smartphone" de mi bolsillo. Claro que va a estar impreso; va a estar impreso en pantallas digitales.

Comenzó como director hace 34 años en Diario 16 para asumir la misma tarea hace 25 en El Mundo. ¿Reinventarse o morir?

El periodismo es la manera más digna de vivir y seré toda mi vida periodista. Por una serie de circunstancias me ha tocado dirigir y he sido muy feliz haciéndolo. Sé que soy, como dice el exdirector de Times James Harry, el único ser humano vivo que ha dedicado más de la mitad de su vida biológica a dirigir periódicos. A mucha honra. He sido muy feliz haciéndolo; pocos privilegios hay como fundar un periódico.

¿Saca El Español por revancha o por necesidad de informar?

La palabra revancha no existe en mi diccionario vital. Nunca miro atrás; no soy como la mujer de Lot. Tengo muchos defectos, pero no precisamente ese. El Español tiene cuatro propósitos: contribuir a mejorar la calidad de la democracia en España, innovar e impulsar la renovación del periodismo, pasárnoslo bien y ser rentables.

¿Qué fue de aquello de que el periodista no debía ser el protagonista de la noticia?

Bueno, no es tampoco un axioma. Somos una institución que debe estar sometida al control de los demás medios como cualquier otra. Estoy muy orgulloso de que Financial Times haya dedicado a El Español y a mi persona nada menos que su tercera página... Supongo que más de uno habrá pegado un respingo al abrirlo en España. Estoy muy orgulloso de que The Times de Londres también me haya dedicado una gran historia, y que el primer periódico de negocios de Alemania haya hecho lo mismo, y estoy muy feliz de que EL DÍA de Tenerife se ocupe de nuestro proyecto. Creo que es algo natural. Lo que es algo artificial e insano es que algún otro periódico sea capaz de censurar su primera edición para borrar mi nombre de un texto de un columnista, como ocurrió con El País. Cuando un periódico empieza a tener listas negras y empieza a ejercer la censura respecto a un colega, significa que está dispuesto a hacerlo también respecto a un novelista, un científico o un político. Demuestra que hay algo corrupto en el corazón de ese periódico y que hay razones para que los ciudadanos desconfíen del equipo directivo de ese periódico.

¿Dónde quedó aquello de que perro no come a perro, en referencia al respeto que debe haber entre compañeros?

El periodista debe respetar a todo el mundo; pero el respeto es compatible con el escrutinio y la crítica, faltaría más.

¿Hablar del debate del papel e internet ya es un anacronismo?

¿Cuándo se ha comenzado a hablar de la prensa de papel? Hace muy poco tiempo. Hace 10 o 15 años nadie decía que trabajaba en un periódico de papel, porque todos eran de papel. Ahora, todavía, se refiere a la prensa digital pero, dentro de muy poco, nadie dirá la prensa digital porque toda será digital. Eso no significa que vaya a desaparecer toda la prensa de papel de la noche a la mañana, pero sí es cierto que está en un retroceso irreversible. Es significativo que el ABC haya dejado de distribuirse en Canarias, por ejemplo.

David Jiménez, actual director de El Mundo, ¿es mejor director que corresponsal?

Fue un gran corresponsal y hay que darle tiempo para juzgarlo como director.

¿El periodista puede vivir de las redes sociales? ¿Cómo se gestiona la publicidad en soporte digital?

Las redes sociales son un instrumento y en cierto modo un formato periodístico en sí mismo. Nadie puede vivir al margen de las redes sociales si quiere tener en cuenta la opinión de las personas que lo rodean. Las redes sociales son un instrumento de participación formidable. Decía Arthur Miller que un buen periódico es una sociedad hablando consigo misma. Eso era una metáfora cuando él lo dijo, pero ahora es una realidad cuando la conversación se realiza por una red social.

¿Por qué El Español?

"El Español fue el nombre del periódico que en 1835 fundó Andrés Borrego trayendo técnicos y maquinaria del Reino Unido y haciendo el primer gran contrato de la historia a un periodista que se llamaba Mariano José de Larra, que escribió sus mejores artículos en El Español", explicó Pedro J. Ramírez.

"Ha sido una cabecera que ha tenido una aparición transidiológica. El Español era la cabecera que utilizaron Maura y su cuñado Germán Gamazo para lanzar a final del siglo XIX el concepto de la revolución desde arriba".

"También era la cabecera de Luis Bonafoux, que era un periodista anarquista o cercano a los planteamientos a la izquierda radical. Y luego este año, 2015, se cumplen cien años del nacimiento de la revista España, que dirigieron sucesivamente nada menos que Ortega y Gasset y Manuel Añaza. Por lo tanto, es intentar enlazar con lo mejor de nuestro patrimonio cultural y político del buen periodismo que se ha hecho en España".

"Es cierto que tiene un cierto posicionamiento en el debate constitucional; estamos a favor de la España constitucional porque creemos que es el ámbito donde los derechos individuales se protegen; no porque creamos en una idea inexorable o histórica de España, sino porque creemos es el ámbito donde se defienden los derechos humanos de una manera más eficiente".

"Hay otro motivo, más importante, para llamarnos El Español y que va a entender cualquiera. Tenía una potencialidad tremenda en un mundo global el llamarnos como una de las dos grandes lenguas que se hablan en la Tierra. Sí, nacemos en España, pero queremos ser un periódico de proyección internacional. Y a esos efectos, El Español es una cabecera magnífica", sentencia.