"Si pierdes las tradiciones lo pierdes todo". Así de simple, y contundente a la vez, explica Pablo García, uno los miembros del corazón de El Pico, la cita fiel que miles de tejineros mantienen cada año con sus corazones, cuya puesta en marcha comenzó ayer con la elaboración de las clásicas tortas -de harina y agua, pasadas por el horno-.

Tras casi un año, tocaba reunirse de nuevo. Día del patrón del pueblo, San Bartolomé, los tres "cuarteles", calle Abajo, calle Arriba y El Pico, iniciaron la actividad pasadas las cinco de la tarde. Como siempre, amarillos los primeros; naranjas, los segundos; y verdes, los terceros. La identificación que no falte.

Aunque no estaban todos los que se sumarán a lo largo de la semana -al ser día del patrón muchos estaban de celebración en casa-, sí los suficientes para que, a media tarde, ya luciesen las primeras tortas. En total, se harán unas sesenta, aunque solo dieciséis lucirán en cada uno de los corazones -antiguamente el número era mayor, según el director y coordinador de 25 programas de las fiestas de Tejina y estudioso de estos festejos, Sebastián Rojas-.

La actividad se irá incrementando conforme vayan pasando los días y se acerque la gran cita del domingo: la ofrenda de los corazones terminados a San Bartolomé.

Antes de esa fecha, muchas horas amasando, unos con las manos, en lebrillo centenario como en la calle Arriba o en bandeja de acero inoxidable, como en la calle Abajo, y otros con los pies, como en El Pico; diseñando y dorando en el horno. La torta tiene que estar perfecta. Y lo estará. Porque grandes y pequeños - esta tradición pasa de generación en generación- hacen las cosas con mucho corazón.