La fragilidad se entiende con una mirada y diez minutos de conversación. Sin el uso de la estadística y del folclore de la foto perniciosa también se puede llegar a calibrar la soledad y el interminable desamparo de quienes se enfrentan a la epopeya de luchar contra un sistema que hipoteca a pasos de gigante el derecho inalienable de ser atendido en condiciones.

Los expedientes y los números nunca podrán aguantar el peso de las historias personales que cargan los inertes documentos dormidos en las Administraciones canarias entre la pasividad y la arbitrariedad a la hora de recibir las ayudas en materia de dependencia.

Ellos tienen nombre y apellidos, pero son los invisibles, los 12.000 canarios dependientes que esperan por algún tipo de prestación mientras se enfrentan a la respuesta de la incertidumbre: "Sus expedientes han sido tramitados, pero no resueltos". Se trata del soniquete que pudieron llegar a escuchar los 5.000 residentes en Canarias con dependencia que han fallecido desde el año 2007 sin recibir atención y teniendo derecho a ella, o de los 650 que han terminado cobrando después de su muerte.

En esta doble realidad de nuestra tierra cainita, el hijo de Obdulia, con una dependencia severa, tardó tres años en comenzar a cobrar la prestación a que da derecho la Ley de Dependencia, mientras que su hermano, con la misma enfermedad, solo fue reconocido con dependencia moderada y aún desconozco si ha percibido su prestación. La invisibilidad de los vulnerables también lleva el nombre de Leonor, la señora de 60 años y con artrosis que cargaba a hombros a su hijo con parálisis para salir de su casa desde un tercer piso. Sin embargo, han tenido que pasar diez años para que el Gobierno canario pusiera fin a su pesadilla; solo un decenio subiendo más de cuarenta escalones con setenta kilos a sus espaldas..., y ahora se aplaude.

Como no es lo mismo vivirlo que contarlo, algunos políticos han osado permanecer veinte minutos con los ojos tapados guiándose con un bastón, o en silla de ruedas, para sentir la presencia de las barreras en las ciudades de Tenerife o Gran Canaria. Pero cuando eres un número y un expediente las veinticuatro horas, el ejercicio de simulación es más real que nunca y debe recordar a los custodios de lo público que la inexistencia de un seguimiento sistematizado y la falta de innovación hacen que el Archipiélago camine a la cola del resto de comunidades con unos guarismos que invitan al rubor.

No obstante, fuera del debate del copago, del negocio de las aseguradoras y de los recortes que llegan como cuchillos desde Madrid, ellos tienen claro su mensaje: que el Gobierno canario no les vuelva a fallar tras el anuncio del plan de choque de la vicepresidenta Patricia Hernández.

@LuisfeblesC