Con septiembre, como es tradición y costumbre, celebramos las fiestas de la Inmaculada Concepción, una fiestas con viejas soleras que se remontan al siglo XVII y que si bien antes se celebraban el día 8 de septiembre, ahora y desde hace muchos años las acogemos el primer domingo de septiembre, fiestas que disfrutamos con total armonía y lealtad.

Don Manuel Rodríguez Mesa proporcionó un acertado recuerdo de cómo empezaron (aunque algunos digan lo contrario), es decir, quiénes fueron los fundadores de la ermita de Tigaiga y cuándo se comenzaron a celebrar sus fiestas. Asimismo, menciono a don Guillermo Camacho, que fue una persona muy agradecida, y a su hija Conchita también; a ellos siempre los recuerdo, como no podía ser de otra manera.

Sobre las fiestas de Tigaiga en honor a la Inmaculada Concepción escribió varios artículos en los que elogiaba el bello rincón que era Tigaiga. Siempre decía: "Adecentar, sí; mejorar, también, pero no destruir las obras de nuestros antepasados".

Don Guillermo se merece todo nuestro respeto, y también doña Pilar, una mujer maravillosa, amiga de hacer limosnas, de dar en la ermita de San Sebastián catecismo a los niños. De ayudar a los pobres... En fin, un cúmulo de recuerdos que afloran cuando llegan estas fiestas.

Vivamos con mejor agrado estas centenarias fiestas; que todo el que a Tigaiga llegue recuerde con afecto y cariño a tantas gentes humildes que con su esfuerzo y cariño han seguido la agenda de estas fiestas centenarias, de sus afamados fuegos del Risco, de sus famosas verbenas, de sus calles engalanadas, de sus viandas, de sus manjares y vinos, de aquellas mesas con sus manteles calados, donde eran atendidos todos los que a Tigaiga llegaban. De los famosos cuarteles, y de tantas otras cosas, que por estas fechas llegan a este lugar de referencia para escritores y periodistas, para pregoneros, lugar donde se sella con su sangre la del mencey Bentor.

Seamos fieles a la tradición, y con un poquito de esfuerzo no perdamos los lazos que nos unen con las tradiciones de este municipio. Y aunque sé que celebrar unas fiestas es un enorme sacrificio para la comisión de fiestas, no podemos dejar de remar, pues el timón está en nuestras manos, en las presentes y futuras generaciones, sin duda alguna.

Ayudemos entre todos a que nuestras tradiciones no queden a un lado, o sean olvidadas. Nuestros abuelos y padres las celebraban no como lo hacemos ahora, sino de otra manera. Cuando no existían orquestas, pero sí parrandas, buenos vinos y las papas arrugadas, sus conejos en salmorejo y sus bailes de salón. En ellos destacaban las buenas cantadoras y los buenos tocadores. Recordar siempre es bueno, y hacer memoria del pasado, de lo que nos han contado nuestros abuelos, de aquellas fiestas animadas.

Esperemos que este año no olvidemos de la importancia de estas tradiciones. Como decía don Luis Mardones Sevilla: "Tigaiga es un drago que se extiende por estas señeras tierras, desde la mar hasta el monte".