En la sociedad actual mucha gente vive de las opiniones y otros tantos viven con las consecuencias de estas opiniones. Viene esto a colación de las polémicas que los medios de comunicación y redes sociales están recogiendo estos días de estío entre responsables políticos del sector agrario de nuestro Archipiélago, tanto regionales como insulares, representantes cualificados de los distintos subsectores que conforman el mismo y la ciudadanía en general, preocupada como lo está por nuestra soberanía alimentaria, y que debieran obviarse por la importancia del agro canario.

El sector primario en Canarias tiene una importancia relativa dentro del PIB del Archipiélago que equivale a aproximadamente un 1,3%, cantidad asimilable al peso de la agricultura en la UE pero significativamente menor al total español, que roza el 2,7%. El relativamente escaso peso de la agroalimentación respecto al resto de los sectores económicos de nuestras Islas no impide que juegue un papel más que relevante en nuestro equilibrio socioeconómico.

Nuestra agricultura sostiene una quinta parte de la exportación, destacando los plátanos, los productos hortofrutícolas y pesqueros, el tabaco y las flores y plantas. Asimismo, ocupa el 3,1% de la ocupación laboral, concentrando actividades que, al ser muy intensivas en lo que a mano de obra se refiere, tienen por tanto gran capacidad de absorción de parte de la población activa actualmente desempleada por motivos, entre otros, de falta de cualificación. Aparte de estos ocupados directos, emplea al 29,6% del total de la industria canaria, en los subsectores de la alimentación, bebidas y tabaco.

El agro canario permite además mantener un tejido rural básico en nuestra región, dados los importantes desequilibrios existentes en la misma y los procesos de despoblamiento en algunas zonas interiores de nuestras islas. Por extensión, da vida a una amplia serie de actividades conexas entre sí que van desde el empaquetado de los productos agrícolas a las operaciones de estiba y desestiba en los puertos canarios.

Constituye, asimismo, una eficaz protección para un medio ambiente como el nuestro de gran interés ecológico y caracterizado por la escasez de recursos naturales, de terreno y agua, con graves problemas de salinización y erosión, sometido además a una gran presión demográfica consecuencia del turismo y las migraciones.

Tres son las producciones agrícolas que concentran la mayor superficie de cultivo: el viñedo, cultivo de especial importancia por el gran número de pequeñas explotaciones sobre las que se asienta; el plátano, con una producción que equivale a la cuarta parte de nuestra Producción Final Agraria (PFA), y la papa, que ocupa una superficie cultivada de relativa importancia. Otras producciones vegetales relevantes desde el punto de vista económico son el tomate, en descenso actualmente; las flores y plantas ornamentales, en moderado crecimiento, y el pepino, el pimiento y las judías verdes, todas ellas producciones con escasa superficie pero de relevancia exportadora.

Entre las producciones ganaderas destacan las cabañas de caprino, tanto de leche como de carne, que equivalen al 10,5% aproximadamente del total español, y la avicultura de puesta, que representa un significativo 5,2% del total del país.

Debemos ser conscientes en nuestras políticas agrícolas del potencial que los intercambios comerciales de productos agrícolas, alimenticios y agroalimentarios para Canarias tienen, dada su insularidad y su escasa capacidad de autoabastecimiento. La dualidad del sector, con un subsector de agricultura de exportación altamente especializado en frutas, hortalizas, plantas y flores, coexiste con otro enfocado al abastecimiento interno (vino y producciones ganaderas) que destaca por su papel económico, social y medioambiental. Esta dualidad existe también en lo estructural, ya que en las explotaciones minoritarias se asienta el grueso de la producción canaria destinada al autoconsumo y la mayor parte de la exportación se concentra en las grandes explotaciones. A su vez tiene su reflejo en las relaciones comerciales del Archipiélago, en las que sectores tradicionalmente exportadores coexisten con los del consumo interno, sometidos además a una fuerte competencia del exterior por nuestro específico régimen fiscal y comercial.

Las propuestas para cualquier reforma de la política agrícola canaria deben recoger medidas que permitan mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, ampliando las funciones y los fines de las organizaciones de productores y de las organizaciones interprofesionales, de manera que puedan estas tener un mayor protagonismo en la gestión de los mercados y en el control de la oferta, alejándose al máximo del intervencionismo público y considerando las excepciones necesarias en la normativa que tengan en cuenta las especificidades de nuestro sistema agroalimentario.

La simplificación debe estar presente en cualquier debate sobre el tema, de modo y manera que las nuevas disposiciones sean fáciles de explicar y aplicar a nuestros agricultores y productores, sin que les ocasionen mayores costes o cargas administrativas y sin que supongan grandes inversiones al erario público canario.

La política es el arte de intentar ordenar la vida de los demás para que todos seamos libres: libres para pensar, libres para elegir y libres para buscar y alcanzar el bienestar común y personal. En definitiva, libres.

@AlfonsoJLT