Los rivales respetan esta plaza, algunos temen venir a jugar a la Isla y, en ocasiones, como ha sucedido esta semana con el entrenador del Nástic, Vicente Moreno, se quejan de los efectos de un supuesto jet-lag, pero la fuerza del Heliodoro, su peso en el desarrollo de los partidos, tiene mucho que ver con las cualidades de un campo grande, tal vez el de mayores dimensiones de la categoría, y con la participación activa de la afición, en especial en la fase, habitual ya, en la que el partido entra en ebullición.

El Heliodoro es un fortín para el Tenerife. Solo hay que recurrir a los datos de la última temporada, que no fue un ejercicio de éxito del equipo. Sin embargo, en casa se hizo fuerte: puntuó en 18 de los 21 partidos que disputó (solo perdió tres, (Recreativo, Ponferradina y Girona); fue el noveno mejor equipo en casa de toda la Liga, con 36 puntos sumados (sobre los 48 con los que acabó el campeonato), lo que supone un 57,14 por ciento de los disputados y solo encajó 12 goles, menos que cada uno de los otros 21 equipos de la Liga Adelante.

La última vez que el equipo cayó en casa fue el 8 de febrero ante el Girona. Era el día del estreno de Raúl Agné en el banquillo. Después, hasta el final de la liga, aún habiendo experimentado una caída de rendimiento y resultados, nadie más ganó aquí. El Tenerife batió al Valladolid, al Leganés, al Osasuna y al Real Betis, y empató con Zaragoza, Llagostera, Lugo y Alcorcón.

La pretemporada tampoco fue propicia para los visitantes, porque ni Sporting, invicto en Primera, ni Las Palmas, pudieron romper la tendencia. Los gijoneses empataron al final y los amarillos perdieron. Que pase el siguiente.