Ya lo advirtió de entrada el capitán Luciano: "Cuidado con la lavadora y va ser peor a la vuelta". No se equivocó como buen "lobo de mar" que es. La "centrifugadora" del oleaje de agosto (cómo será en invierno) movió el barco en la ida y en la vuelta desde la Dársena Pesquera de Anaga al hotel en "esqueleto" de Añaza, y al revés. Pero valió la pena el baño intermitente de agua salada y una hora de tensa agarradera a cualquier apéndice cercano dentro del barco, fundamentalmente para proteger la cámara fotográfica -"no sin mi cámara", diría el bueno de Jesús para resumir la mañana-. La oportunidad de recorrer los aproximadamente diez kilómetros de costa sur de Santa Cruz no tiene precio por lo poco habitual.

Una mañana encapotada del verano fue el marco para visionar un colorido único, con dominio del azul pero con tramas grises del cielo y de la mar, como la llaman ellos, los marineros.

Nuestro barco va recorriendo el paisaje que aparece ante los ojos de los chicharreros, pero desde otro punto de vista, justo al revés. De espaldas.

La vista única de un barrio del litoral de Anaga, en este caso Valleseco (podría haber sido María Jiménez o Cueva Bermeja) en toda su expresión, entre barrancos, creciendo en ladera y en medio del más puro concepto de la autoconstrucción, tiene un enorme valor para empezar la ruta.

Luego aparece el "sky line" de la avenida de Anaga, pero "pequeñita" y en perspectiva como la torre de La Concepción, todo un símbolo. Parece Pueblo Chico, una maqueta, pero es de verdad. Se aprecia el lago de la plaza de España e, incluso, la calle Castillo. Y todo a tiro de piedra.

Van pasando ante nuestros ojos el edificio del Cabildo, las dos modernas y grandes torres o la figura del Auditorio, una "perla del Atlántico" que ahora adquiere su verdadera dimensión.

Más adelante, el Castillo Negro, el recinto ferial, la playa -aquí sí hay playa, pero poca- del Parque Marítimo, el Palmétum (más que seco por este lado trasero) o el muelle de La Hondura. Los ojos "cono chernes" en los invitados por ver algo que igual no se repite, al menos con esta perspectiva.

El litoral de Santa Cruz va pasando como los fotogramas de una película. Hasta llegar a una costa poco accesible, bella y escenario de un paisaje consecuencia de la crisis. La Resbalada, Los Pocitos... Ejemplos de chabolismo, crecimiento descontrolado y herencia de la autoconstrucción que dio vivienda a nuestros abuelos.

Todo eso en medio de desembocaduras de barrancos y una costa agreste, acantilada, pero también con tesoros ocultos en forma de playas (otra vez las playas) de arena negra que muy pocos conocen.

Entre chabolas y cuevas, los "guancheros". Restos, huellas y testimonios del paso de nuestros antepasados, los aborígenes. Todo un mundo a conocer, proteger y conservar. Ahí está , a la vista de todos... Los que puedan.

Para concluir o para empezar si fuera la ruta de regreso, Añaza. Nombre evocador desde la Conquista. Tierra de sur, lo más al sur de Santa Cruz. Su litoral, desordenado, propio de la anarquía de los años del "boom" sin que explotara nada aquí, en el sentido figurado. Costa de poblados, de falsos techos, de uralita y de maderas. Costa de hoteles sin recorrido, en esqueleto como símbolo de lo que pudo haber sido y no fue.

Costa también con muellito; eso, "ito" sin h. Otro ejemplo de la falta de playas y de la búsqueda de ellas por nuestra gente. Casi vale cualquier hueco abierto al mar para bañarse. La gente de Añaza, de ese irredento Suroeste y casi de toda la ciudad agradecen la s mejoras en el muellito. Las barandas para agarrarse, el solárium para poner la toallita y una rampa menos enrevesada que antes. Gracias, pero no basta con eso. Añaza reclama su proyecto "Pasea" como Valleseco su "Sol y Sombra".

De nuevo Valleseco, el punto de partida. En este caso el de retorno porque hay que volver desde Añaza. Otra vez la "lavadora" debajo del barco por el reflujo del rebote de las olas contra el muelle. Y, por fin, el puerto deportivo de la Dársena. De allí salimos y allí volvemos. Una hora de ruta marítima de ida y vuelta ha valido para comprobar el enorme potencial que tiene la costa de Santa Cruz y lo desaprovechada que está.

El litoral del municipio tiene tantas posibilidades como apariencia de abandono. Tanto el del Sur-Suroeste, nuestra ruta, como en el que acostumbra a fondear el capitán Luciano: Anaga. Queda casi todo el camino, o mejor dicho, una larga travesía por recorrer.

Torres y plataformas

Lo más moderno en el horizonte. Las dos grandes torres de Cabo-Llanos, símbolo de la expansión urbanística y las plataformas petrolíferas, "semilla" de futuro.

Chabolismo viejo y "de crisis"

De los dos modelos. O sea, el de siempre como algo consustancial a la costa de las Islas. Pero también respuesta a una crisis económica que ha golpeado a la clases populares y no tanto desde 2008.