Hay una gran diferencia de escala; el Pompidou de Málaga no es matriz del "Beaubourg" de París; no tiene aquella grandiosidad. A pesar de la relativa humildad del Pompidou malagueño, cuya discreta torre de cristal y colores en el muelle de transatlánticos ya es índice de su interior, su contenido y montaje hacen evidente que nos hallamos en ese museo. Nos tropezamos con obras de autores que sencillamente no existen en España, un magnífico Chagall, un rotundo De Kooning que te atrapa ya desde el piso de arriba, la abstracción lírica de Fautrier, Dubuffet, que son imposibles de ver en España, unos Picasso que para sí los quisiera el museo Picasso local, Dufy, Tinguely, Picabia... Impactante Abdelkader Attia.

La exposición temporal es de Miró sobre papel, sencillamente genial. El recorrido por las salas no deja de ser vario y sorpresivo, desde autorretratos (Frida Kahlo incluida) hasta otros temas bien ordenados y conectados, el cuerpo, el rostro, el cuerpo político.

Esta porción de arte en Málaga que ya hace sugestiva la visita por motivos artísticos, puede completarse con el museo Picasso (que no es el de París) y su casa. La segunda referencia es el Carmen Thyssen, y Thyssen es otra marca como lo es Pompidou, y eso se nota. Ahora cuelga el tan seguido Edward Hopper. Los avales, tradición y fondos museísticos son fundamentales. La oferta artística no se limita al Picasso, Thyssen y Pompidou, sino que abarca también al Centro de Arte Contemporáneo, un antiguo mercado de abastos a orillas del tramo final del exiguo río de Málaga, y en el que puede contemplarse desde Andy Warhol a lo mejor del arte español actual: Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Boto, Badiola, Barceló....

Por último, en la antigua Tabacalera radica la sección exterior del Museo de San Petersburgo (Museo Ruso Málaga) con unos fondos impresionantes, museo en su día segregado del Hermitage. Sus colecciones abarcan hasta principios del s. XX, hasta las esplendorosas vanguardias históricas rusas. Otra parte del edificio alberga el Museo del Automóvil.

Bilbao y Málaga se han convertido en dos destinos internacionales del arte. Bilbao, además del Guggenheim, cuenta con uno de los mejores museos de bellas artes de España, con grandes muestras temporales. Parece que el modelo de museo regional en torno a una figura local de renombre internacional no es suficiente, y España está plagada de fundaciones y museos fallidos. Uno es el de Chillida, otro el TEA, pero son muchos más: Pablo Palazuelo, Esteban Vicente...