Casi ocho años ha tardado el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en iniciar el derribo de la antigua fábrica de Celgán, en el barrio de Tío Pino.

La ejecución subsidiaria ha tardado más de lo que se preveía y el inmueble ha tenido que ser desalojado en reiteradas ocasiones, ya que se convirtió en la "Pensión Celgán" para personas o familias que perdieron sus hogares en estos años de crisis económica.

De hecho, la última pareja que moraba en el recinto fue desalojada a principios de este mes y la empresa Dragados, encargada de la ejecución subsidiaria, ya empezó ayer con algunos trabajos preliminares del derribo. Esto causó la alerta de algunos residentes en la zona, que aseguran que vieron a la pala derribar una parte.

La antigua fábrica, que una vez fue dinamizadora de la actividad comercial y lugar de trabajo de muchos vecinos, llevaba desde junio de 2006 sin actividad. La empresa láctea había trasladado su actividad a Los Baldíos y el edificio quedó vacío.

Las primeras denuncias vecinales que alertaban del deterioro del inmueble y de la presencia de ocupas datan de octubre de 2007. Ya entonces pedían "una rápida actuación de los responsables municipales para que pongan fin a esta situación de riesgo" (ver EL DÍA del 16 de octubre de 2007).

Ocho años después, tras varios derrumbes y diferentes ocupaciones, parte de este recinto caerá. En concreto, se demolerá la parte que rodea el patio interior, donde ya se han producido desprendimientos anteriormente.

Al menos así lo aseguró el anterior concejal de Urbanismo, el socialista José Ángel Martín, que anunció varias veces que la demolición era "inminente", pero esta no llegó a producirse de su mano.

Hoy será el nuevo edil, Carlos Garcinuño (PP), quien se apunte el tanto de una ejecución subsidiaria que se gestó a finales de 2012 y cuya penúltima dificultad ha sido el tratamiento del amianto (material altamente contaminante) presente en la nave.

Lo que más costó, según decía José Ángel Martín, fue localizar a todos los propietarios y notificarles que, si no acometían los trabajos necesarios para asegurar la zona, el consistorio lo haría por ellos y les pasaría la factura de 240.000 euros. Hoy, por fin, ese día ha llegado.

La AV valora la mejora de condiciones "higiénicas"

Carmen González, presidenta de la asociación de vecinos Drago de Tío Pino valoró ayer la mejora de las condiciones "higiénicas" que va a suponer el derribo parcial. No obstante, no pudo evitar preguntarse por el futuro inmediato y "el drama social" de las alrededor de 15 personas que residían de manera "habitual" en la antigua fábrica. "Las condiciones no eran las correctas", reconoce, en referencia a la presencia de "ratas, ratones y cucarachas" en las ruinas en las que vivían estas personas. No obstante, subrayó que estas personas necesitadas nunca fueron motivo de molestia para el barrio.

Un defecto de forma retrasó la demolición

El pasado mes de julio el concejal de Urbanismo, Carlos Garcinuño, explicaba que un defecto de forma había retrasado la ejecución de la demolición. La empresa Dragados tuvo que modificar el proyecto presentado en Urbanismo, tras el informe desfavorable de los técnicos, que observaban que la gestión de residuos sólidos no estaba correctamente detallada. Un punto este de vital importancia, dado que las instalaciones contienen amianto, un material altamente contaminante.