En un parque de Madrid, a escasos metros de una estación de la periferia donde un 11 de marzo se apagaron decenas de vidas, juega un perro que salvó la suya después de ser atado, apuñalado y abandonado este verano en Adra, Almería. Es Naif, y, gracias a Chus y a su familia, ha vuelto a nacer.

Sus nuevos compañeros de viaje, además de María Jesús Hernando (Chus), la mujer que le adoptó hace menos de una semana, son numerosos y muy variopintos, y es que Naif convive ahora con dos niños, otro perro, dos gatos y, por si faltaba variedad en la familia, un erizo.

"Al principio tuvo sus rifirrafes con Púas -así se llama el otro perro-", admite Chus, quien sin embargo confiesa que con el paso de los días la relación con el resto de inquilinos de la casa va mejorando, aunque algunos animales aún muestran las reservas lógicas ante el recién llegado.

"Vamos progresando adecuadamente. Hay un gato que es más tranquilo y se deja oler, pero por ahora no hace más; no juegan. La otra gata está más escondida", explica entre risas Chus, la cual no olvida cómo conoció la historia de Naif, que saltó a la palestra mediática hace algo menos de un mes tras ser maltratado.

Gracias a que una compañera suya le enseñó el vídeo difundido por la asociación protectora de animales El Refugio, que lo recogió casi muerto, Chus se quedó "prendadita" de él, como ella misma reconoce.

"Vi cómo le habían rescatado, las curas y las pruebas que le hicieron, y él (Naif) estaba ahí, con una cara de bueno...", suspira su nueva mamá, quien haciendo honor al cargo, pregona sin miedo que su nuevo hijo "no da guerra por la noches" y come muy bien, "como un león", se ríe.

Y esto último es verdad, porque unos metros más allá un enérgico Naif no para de correr, revolcarse en el césped y jugar con un derroche de fuerzas envidiable, más aún cuando el sol aprieta desde lo alto.

Apenas se le nota ya la cicatriz que le dejó la puñalada en el cuello y, a tenor de su actitud y su mirada, más alegre y confiada que cuando fue recogido malherido, podría parecer que las secuelas de corte psicológico también han desaparecido.

Su porte también es poderoso y saludable. Sin embargo, Chus recuerda con algo de tristeza el rastro que el suceso ha podido dejar en Naif y que aún parecía recordar durante los primeros días en su nueva casa, en la que lleva menos de una semana.

"Cuando llegó, estaba a ratos como con miedo; por ejemplo, si nos levantábamos deprisa o le íbamos a acariciar deprisa, se agachaba, igual creía que le íbamos a pegar, pero ya ha visto que aquí no se pega a nadie", explica Chus.

Quien también está muy emocionado al ver a Naif, que apenas tiene un año de vida, correteando despreocupado, es Nacho Paunero, el presidente de El Refugio, que no se puede creer lo bien que está el cachorro.

"Llegar a casa de Chus y ver a Naif con su familia es el súmmum de nuestro trabajo. Hoy es un día fantástico", resume Paunero, quien está convencido de que la convivencia en esta nueva familia va a ser "estupenda".

"Naif seguro que está diciendo, ''¿Pero qué es esto? ÑQué maravilla!''", pronostica el presidente de El Refugio, un centro de adopción que ayuda a encontrar familia a unos 500 animales al año, una cifra "pequeña pero importante", como destaca el presidente.

Su misión se ha cumplido a la perfección, al menos con Naif, para el que la pesadilla del maltrato ha acabado dejando paso a una nueva etapa en la que seguro que no le faltará cariño.

"No puedo entender que los inteligentes del planeta, que somos nosotros, seamos capaces de maltratar niños, animales, a gente que no se va a defender", concluye Chus, quien desde hace una semana cuida, con gusto, del recién llegado, que después de un buen rato jugando se ha tendido a descansar a la sombra, como es de ley.

Lo dicho, buena suerte, familia.