Ejemplarizantes gestos de instituciones españolas en declaraciones de aceptación de las cuotas de refugiados sirios que huyen de la guerra.

Determinados ayuntamientos, diputaciones (cabildos en su caso) y gobiernos autónomos ofrecen algunas "ciudades de acogida" para los asilados políticos. Pero una cosa son los discursos institucionales y, otra distinta, la aplicación práctica de lo declarado. Las soluciones reales suelen venir de la solidaridad ciudadana, con la que se cuenta a la hora de ofrecer apoyos humanitarios. Y ciertamente, las iniciativas populares, aplicando el pragmatismo a ras de suelo, exento de burocracias nocivas, son las que dan sentido y eficacia a movimientos solidarios de esta envergadura.

Veamos un ejemplo práctico, con posibilidades de irradiarse como modelo, a fin de habilitar espacios dignos y suficientes para albergar a cuantas familias fuera necesario ayudar y proteger eventualmente:

Huesca: Capital de la provincia, 50.000 habitantes. La magia de una tierra afortunada por su historia y geografía; por la amabilidad de sus gentes y el privilegio de sus paisajes; a pie del Somontano y en la encrucijada del Cierzo y el Bochorno del Este; clima que acaricia, abriga y curte espíritus de bonhomía, y entroniza ejemplo hospitalario de un pueblo honorable y digno, merecedor de admiración, respeto y afecto.

A diez kilómetros tiene un suntuoso aeropuerto fantasma, con unas instalaciones magníficas pero desaprovechadas por falta de uso. Su construcción, a principio de siglo, fue un desafuero en favor de la especulación del ladrillo. No tenía la más remota posibilidad de éxito. Inviabilidad anunciada desde este mismo foro. La fechoría se consumó con la destrucción de la Escuela de Vuelo a Vela de Monflorite, en la misma superficie que se construiría el aeropuerto. Hablamos del centro aeronáutico más antiguo de España, con gran prestigio internacional por su historia y solera, foco de atracción turística del más elevado rango. Todo se destruyó hace una década de un plumazo.

Pasado el tiempo y consumado el fracaso anunciado, el pueblo oscense puede hoy resarcirse del engaño sufrido entonces. Consiste en apoyar a los políticos actuales, no aquellos que fueron cómplices del desastre, para acoger a los refugiados sirios en las instalaciones del aeropuerto, debidamente reacondicionadas para su habitabilidad elemental. Así como los antiguos alojamientos de la escuela y los hangares inservibles, después de liquidar la actividad aérea tras la expulsión también del aeroclub Nimbus.

AENA es propietaria y gestora de este lamentable entorno -al parecer mantiene a un/a director/a de aeropuerto, y cierto número de empleados en nómina, sin actividad alguna que desarrollar, que podrían reciclarse como asistentes sociales-. En una negociación coordinada de ayuntamiento, diputación y Gobierno autonómico, con AENA, esta no tiene capacidad moral para oponerse a ejecutar un proyecto humanitario de tal calado, incluso deberá ofrecerse a contribuir económicamente en el acondicionamiento de habitabilidad y ayuda a la dotación de medios elementales de supervivencia para las familias afectadas.

Conviene reseñar que una vez ejecutada esta actuación con carácter de urgencia, será paradigma a consideran otras áreas en parecidas circunstancias. Léase Castellón, Ciudad Real, Lérida, Logroño, Burgos, León... referido exclusivamente a instalaciones aéreas, pero ampliable a otras construcciones despilfarradoras que no se terminaron de edificar o que, una vez terminadas, no se pudieron utilizar para el uso previsto. La última ha sido el queso de bola (o bola de queso) que iba a ser el magnífico palacio de justicia madrileño.

La solidaridad humanitaria del pueblo necesita la inteligente y desinteresada voluntad política que dirija el esfuerzo colectivo hacia buen puerto.

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