Newton descubrió la ley general de la gravitación universal viendo caer una manzana. En Canarias la habría detectado viendo la velocidad a la que se estampan los pactos de gobierno, que es más divertido que estar pendiente de si se cae un plátano.

Existe una fuerza centrífuga insular que hace que cuanto más lejos del centro político está un ayuntamiento mayor es la fuerza con la que se va todo a hacer puñetas. Es un principio científico que no ha calado en la dirigencia del PSOE y Coalición Canaria. Esta gente sostiene aún la ficcion que el mismo pacto con el que se abrigan la cabeza sirve para taparse los pies, cuando es sabido que una cosa es un sombrero y otra unos calcetines.

Pensar que Alpidio Armas y Belén Allende pueden estar juntos sin intentar estrangularse es como creer en la levitación de la materia. En la política existe lo que Unamuno llamaría un fulanismo exacerbado que hace mucho más relevante quién es el que dice que lo que dice que dice. Y si no lo entienden, estudien más.

Lo de la moción de censura en Frontera es sólo una gota. Lo que falta saber es si se trata precisamente de esa última gota que desborda el vaso o es sólo una más del riego por goteo que salpica Canarias. Narvay Quintero, portavoz del Gobierno y consejero de Cabras y otras hierbas, ha puesto el listón muy alto diciendo que si Coalición no lo "arregla" los nacionalistas herreños romperán la baraja. Igual es sólo un postureo amenazador, pero asusta. No digo que el asunto no sea importante pero, puñetas, tampoco Frontera es Nueva York.

En todo caso más que el tamaño del huevo la cuestión es el fuero. Esto no puede seguir con los dos socios del pacto haciéndose arrumacos en los consejos de Gobierno y putaditas en los plenos municipales. No es serio ni es, como dicen los modernos, sostenible. En el PSOE da la sensación de que no manda nadie. Los socialistas palmeros la liaron parda y les salió gratis total. Y a mucha honra. Y Alpidio Armas ha montado su segundo pollo consecutivo. Esta vez, encima, tiene lo que no tenía antes: esto es, justificación. Pueden decir que también a ellos se las metido doblada. Y que quien a hierro mata a hierro muere. Qué hábil juego de metal.

A José Miguel Pérez se le quedó el pelo blanco después de ver mociones de censura cruzando la inmensidad del espacio junto a las puertas de Tanhausen, en La Palma. Así estaba de silencioso. Y a Paulino Rivero le colocaron una bomba lapa debajo del culo en medio del puente de mando de la Bounty. Si a dos líderes que en su día fueron indiscutibles se los apiolaron en dos suspiros después de atormentarles con broncas, crisis, mociones y guerras locales, que no hará esta pandilla con la gente joven y recién llegada. Los ayuntamientos son como un sarpullido que además sirve de excusa a los que quieren por un lado cargarse a Patricia Hernández y por el otro amargar la victoria de Fernando Clavijo.