Un tren, que no es el AVE por cierto, traquetea durante una noche entre dos ciudades anónimas en una época casi indeterminada, y de pronto se para en medio de la nada. Así empieza el montaje "Viajeros al tren" que la compañía madrileña Contraseña Teatro estrenará hoy, a partir de las 20:30 horas, en el Aguere Espacio Cultural de La Laguna.

Esta comedia, que tiene una duración de unos cincuenta minutos, reúne en un escenario bastante minimalista, un vagón, a cinco actores, cuatro de ellos canarios, que se prestan a participar en un singular juego: adivinar a quién pertenece cada una de las maletas a través de su contenido. Esta situación, que empieza siendo una inocente forma de pasar el rato, termina desvelando secretos de cada uno de los jóvenes personajes que permanecían ocultos en el fondo del equipaje.

El joven dramaturgo tinerfeño Bruno M. Puelles, autor del texto y uno de los actores que intervienen en la pieza junto a Andrés Castro, Idir de Luca, Caly Hernández y María Ángeles Sánchez, adelantó que la obra te sitúa en "un tren que está viajando en una noche de tormenta y de pronto se para. Cinco personajes que están en el vagón se preguntan por qué se ha parado y empiezan a jugar a adivinar de quién es cada maleta según su contenido. Cuando comienzan a abrirlas se encuentran con cosas que no esperaban. La obra es un poco de misterio y de comedia".

Esta comedia, que está ambientada con una música compuesta explícitamente para el montaje y con unos efectos sonoros que simulan el tren antes de que se pare y luego vuelva a ponerse en marcha, además de truenos que adornan la tormenta y lluvia, pretende algo más que entretener al público. "Es entretenimiento, pero los mensajes que nos gustaría transmitir son dos. Uno, que es evidente por la obra, es que nada es lo que parece. Cada persona tiene sus secretos y sus cosas que de primeras no tienen que saber los demás. La otra es que la vida es un juego y todo el mundo tiene capacidad de jugar y disfrutar inventando cosas, no solamente los niños, sino los adultos también tienen esa capacidad de inventar y de jugar".

Esta historia sin trascendencia vital no se desarrolla en ningún lugar concreto ni en un periodo histórico muy determinado, porque ha nacido con vocación universal, según su autor, aunque el tipo de maletas utilizadas, el sonido del tren y el vestuario de los personajes sitúan el desenlace de la comedia en el siglo XX. "Las maletas que utilizamos son un poco vintage, pero no hemos decidido un año concreto. Es un poco una zanja, aunque domina una estética un poco vintage, del siglo XX".

La escenografía es muy sencilla, un asiento negro, en un escenario vacío, en el que resaltan los personajes, jóvenes estudiantes, el mayor tendrá 30 años, y sus maletas, elementos resaltados por la iluminación. "Vamos a basarnos mucho en los juegos de luces, porque la escenografía es minimalista. Hemos intentado cuidar mucho lo que hay en las maletas, que cuadren los colores", matizó.

El tinerfeño Bruno M. Puelles tiene muy claro que el "elemento central de la obra es el juego. Es un juego teatral que invita también al público a que se imagine, a que entre en el juego y participe, que esté pensando de quién es cada maleta".