El acuerdo entre Nueva Canarias y el PSOE, para ir juntos a las Elecciones Generales de diciembre, tiene mucha más trascendencia política qué electoral. O lo que es lo mismo, no supone un incremento espectacular de expectativa de voto de los dos partidos coaligados, pero es una bomba lapa en las relaciones de la política en Canarias.

Para el discurso político de Román en Las Palmas, Coalición Canaria es en realidad la vieja ATI, que está manejada por los siniestros poderes de Tenerife, que fueron los que le descabalgaron a él de la Presidencia del Gobierno de Canarias cuando quiso repetir. Como toda simpleza, es asombrosamente fácil de digerir. Y además Román Rodríguez es un brillante orador que cocina perfectamente la dialéctica. Quiere poner a los de Coalición en la derecha casposa y tinerfeña, lo que le pone a él y a Nueva Canarias en el progresismo y en la izquierda regional. El pacto electoral le viene como anillo al dedo.

Para el PSOE, robarle un aliado a los de Coalición Canaria es debilitarles electoralmente en las generales, especialmente en Gran Canaria, donde siguen sin comerse un rosco. Y de paso se cobran los coqueteos entre los nacionalistas y el Partido Popular. No conocen a la criatura, claro. Me refiero a Fernando Clavijo. El presidente del buen rollito puede tener tanta mala leche que si un día se decidiera a embotellarla, Narvay Quintero tendría excedentes lácteos regionales. Si diera la casualidad de que el PP ganara las próximas elecciones de diciembre, todas estas tocadas de narices pueden convertir las cañas en lanzas.

Las relaciones entre socialistas y nacionalistas están llenas de carbonilla. La anterior legislatura el PSOE incumplió pactos y jeringó todo lo que pudo a los de Coalición en La Palma y en El Hierro. En esta se ha empezado justo al revés, con los nacionalistas dejando al PSOE en palanca. Pero los socialistas enseguida han cogido carrerilla y han comenzado a devolver misiles en Lanzarote y ahora en El Hierro. El PSOE está dividido entre quienes quieren mantener el acuerdo de gobierno en Canarias y quienes quieren debilitar a Patricia Hernández y su grupo; o sea, cargarse el pacto. Y entre los nacionalistas hay quienes creen que se debería estar gobernando con el PP sin esperar a los resultados de las próximas elecciones generales. Con tanta insurgencia sobrevenida es normal que a cada pequeña colisión se produzcan fuegos artificiales y que existan díscolos que reciben el aliento de unos y otros dentro de sus partidos. Total, nunca pasa nada con los que se cargan los pactos, como ya se ha visto.

La aluminosis del acuerdo regional crece exponencialmente en los medios de comunicación, porque nos pone más hablar de los desacuerdos y las peleas que de los logros y los consensos. La amplificación de las crisis y desacuerdos va erosionando poco a poco la convivencia en el Gobierno. Pero lo importante, con todo, no son las patadas en las canillas, sino los golpes a la cabeza. Las consecuencias de la moción de censura en Frontera se pueden amortiguar, más allá del natural cabreo de los nacionalistas herreños. Pero la jugada de la coalición PSOE y Nueva Canarias en las generales son palabras mayores en el largo plazo de la salud del acuerdo de gobierno regional.

La anunciada alianza es el último argumento que Clavijo necesitaba para cargarse de razón, morderse la lengua, apretar los dientes y esperar al próximo mes de diciembre. Me caben pocas dudas de que si Rajoy obtiene de nuevo la mayoría suficiente para gobernar -y cosas peores hemos visto en este país, incluyendo las películas de Torrente- al presidente se le va a poner una de esas sonrisas en las que enseña la mitad de los dientes y va a mandar a los socialistas a tomar viento por el lugar por donde cargan los camiones. Claro que en el PSOE dicen que no les importa.

Clavijo impuso personalmente a muchos de sus compañeros de partido la conveniencia del pacto hacia la izquierda en Canarias. Ahora tiene que escuchar cómo le restriegan por la cara -algunos agriamente- la "aventura" de sus socios con los nacionalistas grancanarios. Román Rodríguez quiso que le invitaran al pacto en Canarias para meter la patita en el Gobierno. Pero no le dejaron. Ahora los socialistas le ofrecen la venganza del chinito. Esa es la verdadera copa de hiel.