El Tenerife ya no solo pierde, tampoco compite. La versión que vimos ayer sobre el césped del Heliodoro no alcanza para ganarle a nadie en esta categoría. Los jugadores están ansiosos, quieren, luchan, sufren en el campo, a veces responden de manera desmedida fruto de la frustración, pero no pueden, porque al cabo de tantas pruebas, de tantos cambios, de tantas dudas y de tan malos resultados, el Tenerife casi no existe como equipo. Es una entelequia. El origen de esta situación está en el incomprensible desmontaje de la idea de la pasada temporada que hizo el entrenador este verano. Ahora él va detrás del problema, cada semana inventa algo nuevo tratando de ponerle remedio a la caída en picado de un equipo que, al contrario de lo que busca su entrenador, con cada experimento se aleja más de las soluciones naturales que podrían ayudarle a salir del bache. La porosidad del conjunto, que no hace tanto tiempo era un modelo de solidez, ya afecta a todos los jugadores, a los veteranos y a los nuevos. Ayer Aitor Sanz, que se merece un respeto reverencial en este estadio, firmó su peor partido en tres años, entregó mal, llegó tarde, forzó dos tarjetas... pero, sobre todo, no robó un balón. O sea, estuvo fuera de su papel. Igual o parecido es lo de Vitolo, Raúl Cámara y Dani Hernández, desconocidos todos. Los futbolistas más fiables están siendo arrollados por la dinámica, devorados por la situación. El equipo es un flan. Por si fuera poco, Agné sacó el tubo de ensayo y se marcó una frivolidad de las de concurso: inició con tres defensas (Jorge, Alberto y Cámara), y lió un desbarajuste en el medio, con Cristian de "8" sobre Borja Valle, Vitolo y Aitor sin sitio para moverse y Suso con toda la banda para él, con lo que se alejó de la zona de ataque. En fin. Un dibujo abstracto. El Tenerife estuvo casi media hora sin ver el balón, que fue siempre del Oviedo. Los visitantes se habrán sorprendido de la facilidad con la que se adueñaron del partido, jugando en campo ajeno, con una dinámica de toque muy buena, dos bandas de calidad jugando hacia dentro, una pareja de pivotes de notable nivel -Omgbá hizo un derroche formidable con y sin la pelota-, y mucha intención cuando tuvieron que correr hacia delante. El Oviedo dejó una imagen envidiable, aunque cabe la licencia de preguntarse qué parte de su pasacalles es responsabilidad de un Tenerife plano. Agné intentó arreglar el desbarajuste a los 14 minutos (pasó a Cristian a la banda, recuperó la defensa de 4 y dibujó un 4-2-3-1), pero la gracia de su idea inicial le costó al equipo el 0-1. Lo marcó Linares a los 8 minutos, saliendo de un bloqueo a Cámara tras un córner que lanzó con guante de seda Susaeta. Ese gol fue el principio de una serie de ocasiones visitantes que dejaron con vida al Tenerife de milagro. Dani le sacó una a un metro de distancia a Susaeta (21'') tras un error de Jorge, y Raúl Cámara se jugó el físico para salvar un pepinazo a quemarropa que iba dentro (33''). Sin embargo, ya con las piezas en su sitio, cuando el equipo local encontró a Tomás Martínez en tres cuartos de campo, jugó un aceptable cuarto de hora final de la primera parte. El argentino entró en juego muy tarde, pero le dio al equipo la solución para que Vitolo y Sanz, muy erráticos en los pases, pudieran jugar escalonadamente hacia el frente. El primer remate del equipo de Agné fue de Suso, al lateral externo de la red ¡en el 34''! En el descanso, el entrenador quitó a Martínez y metió a Omar. El equipo, como en Huesca, se dividió en dos mitades: cuatro delanteros y todo el bloque defensivo, sin nadie que conectara el inicio del juego con los finalizadores. Por descontado, no hubo reacción ni mejoró el escenario. Antes al contrario, con el 0-2, marcado por Borja Valle ante la pasividad asombrosa de la zaga, cuando solo iban 7 minutos, se abrió un tramo de partido interminable en el que el Tenerife dejó una imagen de pobreza tal que hizo daño a la vista. Fue media hora pésima, de reproches desde la grada a los jugadores, que, impotentes, reaccionaron con frustración. Solo Alberto tiró del carro mientras que Aitor terminó confundiendo la respuesta debida y en la calle, expulsado. Entró Nano por Jairo para seguir jugando igual de fracturados y el partido se encalló, porque el Oviedo, sobradísimo, no buscó más. Para detalles, Esteban tocó dos balones, uno a tiro de Omar y el otro ¡en el 89 ante Lozano! Esto no da más de sí.

0-2

tenerife-real oviedo

CD Tenerife: Dani Hernández, Cristian, Jorge, Alberto, Raúl Cámara, Vitolo, Aitor Sanz, Suso, Tomás Martínez, Jairo y "Choco" Lozano. En el descanso salió del equipo Tomás Martínez y entró en su lugar Omar Perdomo; en el minuto 53, Aurtenetxe suplió a Raúl Cámara, lesionado, y en el 60'', Nano relevó a Jairo.

Real Oviedo: Esteban (1); Fernández (1), David Fernández (1), Borja Gómez (1), Peña (1); Jon Erice (2), Omga (3); Susaeta (2), Hervías (1), Borja Valle (2); y Linares (2). En el minuto 61, Toché (1) entró por Linares; en el 65'', Jonathan Vila (1), por el lesionado Borja Gómez, y en el 76'', Edu Bedía (s.c.), por Hervías.

Árbitro: Valentín Pizarro Gómez (Comité Madrileño). (2). Se dejó alguna tarjeta atrás, pero hay que destacar su personalidad para aplicar el reglamento disciplinario desde el minuto 1, cuando amonestó a Linares. Luego vieron la amarilla Vitolo (11''), Suso (13''), Raúl Cámara (), Cristian García (80'') y dos veces Aitor Sanz (26'' y 83''). Por el Oviedo también fueron amonestados Peña (84'') y Susaeta (86'').

Goles: 0-1. m. 8: Córner lanzado por Susaeta que remata en el primer palo Linares; 0-2. m. 52: Falta lateral que ejecuta otra vez Susaeta y Borja Valle le gana a Vitolo de cabeza.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la cuarta jornada de la Liga Adelante, disputado en el Heliodoro Rodríguez López ante 8.781 espectadores. Tarde calurosa, con humedad, y terreno de juego con señales aún del destrozo de hace dos semanas. El Tenerife lució su indumentaria habitual y el Oviedo lo hizo completamente de amarillo. El encuentro fue ofrecido por Movistar Plus. El equipo local fue despedido con pitos al descanso, que arreciaron al final del encuentro.