"Un viaje tan largo no se hace sin un buen equipaje musical". A partir de esta idea, el cantautor asturiano Víctor Manuel explica algunas sensaciones de la gira "Canciones regaladas", que el sábado, a partir de las 21:00 horas, llega al Pabellón Santiago Martín de La Laguna de la mano de ArteValle Producciones.

No debe ser nada fácil tener que decidir cómo "madura" uno de sus espectáculos...

Aunque llevábamos siete años sin tocar juntos, la experiencia es muy útil para ordenar el repertorio y saber qué canciones se adaptan mejor a un concierto. En cualquier caso, esa no es una fórmula infalible porque no todos los públicos son iguales. Hay audiencias que respiran mejor con unas canciones que con otras, pero tratamos de dejar contentas a todas.

¿Y ha notado muchos cambios alrededor de la audiencia de Ana Belén y Víctor Manuel?

Cuando llevas tantos años en los escenarios vas incorporando público a la causa cada cierto tiempo. Hay una audiencia que empezó a fijarse desde que cantaba "El abuelo Víctor", pero a esa se fueron añadiendo fans conforme fueron apareciendo "Soy un corazón tendido al sol" o "La Puerta de Alcalá". Ya son muchas décadas sumando amistades y ahora lo que sí vemos es una mezcla muy variada: hay gente muy joven que nos conoce desde hace tres o cuatro años y otra que nos sigue desde hace cuarenta. Yo creo mucho en las distancias generacionales.

¿La suya es una alianza generacional que dura cinco décadas?

Cada generación elige su música, pero más allá de todo eso se van trazando unas líneas transversales vinculadas con el amor o la solidaridad que al final afectan a todo el mundo por igual.

Sobrevivir en España a un ciclo de más de 40 años está reservado a cantantes de la talla de Julio Iglesias, Raphael, Miguel Bosé o Víctor Manuel y Ana Belén. ¿Hoy el recorrido de un artista no es tan largo; todo parece más efímero y orientado a un éxito inmediato?

Ahora es menos fácil porque hay menos posibilidades de asomarse a los medios de comunicación masivos. Sí. Están las redes sociales, pero ese éxito maneja otras claves que no tienen nada que ver con la sensación que experimentabas cuando cantabas en un programa de televisión y te veían 20 millones de personas de golpe. Yo no digo que en internet no se consigan unas audiencias tan generosas, pero el éxito en 2015 maneja otros tiempos.

¿Al final todo se reduce a la regularidad, la perseverancia o incluso la obcecación de la que hablaba el domingo Ana Belén en una entrevista concedida a este diario?

Una carrera se hace con momentos altos y bajos; con cosas estupendas y otras desastrosas. Al final lo que te da la medida del éxito es el fracaso que vas a tener a continuación... los ciclos largos se cimentan en la credibilidad que tenga un artista y su repertorio. No conozco otra manera de sobrevivir tantos años en este mundo que no sea creando buenas canciones. A veces la gente piensa que la publicidad es suficiente para llevar público a un recinto, pero cuando estás unos años alejado de los escenarios y decides volver hay que tener un buen equipaje musical. Llegar a interesar a un público es mucho más complejo que todo eso. Un viaje tan largo no se hace sin buenas canciones.

Usted pertenece al gremio de los cantautores; un género que en España genera sentimientos algo contradictorios. ¿O se les admira o rechaza, pero no parece que exista un término medio?

En Italia, que fue el país en el que se inventó el término, todo está mucho mejor definido... Allí bajo un mismo paraguas se situaron una serie de cantantes que hacían una música diferente a la de Domenino Modugno, que era el referente anterior a Lucio Dalla o Franchesco De Gregori, que tenían otro registro musical y literario. En España el concepto está definido, pero a mí me gustaría que se ampliara un poco más, es decir, para mí un cantautor es Pedro Guerra, pero también lo es Quique González, y son dos estilos que no tienen nada que ver... En España se trata a la canción de autor de forma peyorativa. A los cantautores nos mataron hace muchos años, pero unos aguantamos mejor que otros. No sé cuántas veces he tenido que leer en los últimos 40 años el titular "vuelven los cantautores".

¿No tiene la sensación de que muchas de las canciones que se promocionan en la actualidad están vacías de contenido; que todo esto tiene poco que ver con lo que se escuchaba hace 20 o 30 años?

Puede ser, pero los tiempos han cambiado (silencio)... Hace unos años había más densidad en los mensajes y ahora esas ideas son mucho más difíciles de colar en una letra. Hoy en día ha desaparecido la complicidad que existía entre un artista y los medios de comunicación. Todo es más frío. En el pasado una radio difundía tus canciones porque gustaban; hoy las reglas son más económicas y la rigidez a la hora de contar con artistas catalogados como poco comerciales es absoluta. Los músicos de hoy han aligerado los mensajes de sus canciones por razones comerciales: se han dado cuenta de que lo bonito ha dejado de ser una garantía de éxito.

Tantos años en la carretera, imagino, que le habrán permitido ver muchísimos escenarios en torno a la industria musical, ¿no?

Hay serias diferencias en relación a cuando uno empezaba a cantar... A mí nunca me han pedido dinero por cantar. Hoy, en cambio, cualquier chico que empieza en esto sabe que le pueden pasar una factura por tocar en un bar. Hay una generación entera que ha interiorizado que de la música no se vive; que tienen que dedicarse a otra cosa porque en esto no tienen demasiado futuro, aunque sean realmente buenos... todo este desastre empezó con la piratería física, primero, y el despojo cultural que ha producido internet. Como han dejado que cada uno cogiera gratis el cine, la música o los libros que le apetecía, ahora no es fácil meter en cintura a los que han convertido la red en un lugar en el que no hay reglas. Hasta hace poco las grandes discográficas se podían permitir proyectar a diez artistas gracias a las ventas que acumulaba uno de ellos, pero como hoy el bueno ya vende poco, este se ha quedado solo.