Uno de los agentes del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil manifestó ayer en el juicio por el homicidio del doctor José María Banús que, al analizar su cuerpo, este no tenía indicios claros de defensa.

En la segunda jornada del proceso, también declararon dos sargentos de la Policía Judicial del Instituto Armado, que reconocieron que la localización del ahora acusado no resultó difícil, en base a la declaración de testigos y, sobre todo, al análisis del intercambio de llamadas entre el presunto autor y el traumatólogo fallecido, que se produjo el día de los hechos, en la tarde del domingo 13 de octubre de 2013.

Y las llamadas entre Banús y el joven acusado, Cheikh Tidiane, se concentraron en Los Realejos, donde vivía el senegalés.

Un vecino grabó un vídeo en el que se ve el vehículo de Banús chocar con otros coches a 100 metros de la casa de Tidiane y conducido por una persona con escasa práctica para circular (Cheikh afirma que no conduce).

El Laboratorio de Criminalística halló en el automóvil de la víctima las huellas de Tidiane, que estaba fichado por la Guardia Civil, por lo que fue localizado rápidamente. Los agentes de paisano lo siguieron durante dos días completos, en los que llevó una vida normal. En el registro de su vivienda, los guardias hallaron varias pertenencias de la víctima y el acusado reconoció los hechos y que allí murió el médico. En ese sentido, colaboró con los investigadores. En ningún momento dijo que Banús fuera a atacarlo con una aguja, que lo intentara estrangular o que le tuviera miedo, como alega actualmente. Los agentes no dieron importancia a cuatro mensajes de voz en senegalés realizadas por Cheikh después de las once de la noche del día del suceso.

Ayer prestó declaración el único hijo de José María Banús, al que se le saltaron las lágrimas al recordar a su padre. Comentó que, con su muerte, perdió a "un padre, al abuelo de mi hija", para añadir que era "el pilar de su familia". Aclaró que trabajaba como asistente de su progenitor, con el que coincidía, al menos una vez a la semana, así como los fines de semana. Además, José María empleaba a la esposa de su hijo en la atención de su domicilio. En ese sentido, reconoció que el fallecimiento del conocido traumatólogo le supuso un varapalo también desde el punto de vista económico. "Perdí el trabajo, lo perdí todo", dijo. Manifestó que "era fácil aprovecharse" de su padre. Al igual que otras personas que conocían a Banús, señaló que "era miedoso", que no se hubiera expuesto a un peligro de haberlo intuido y que, en vez de hacer frente a su agresor, hubiese "gritado como una nena". Apuntó que era una persona sedentaria, que no sabía pelear y que vivía para su trabajo. Apuntó que Banús Romero era "muy reservado con su vida privada". Su exesposa, de la que llevaba separado desde 1990, comentó que la muerte fue "de una crueldad que no merecía un perro". Expuso la gran generosidad del padre de su hijo, así como que era fácil aprovecharse de él.