Mientras la huida de los sirios continúa inundando Europa en busca de una vida mejor, se está produciendo en nuestro país, y supongo que en muchos otros lugares, una ofensiva de solidaridad que me hace pensar que estamos en un mundo de locos. Las imágenes que ofrecen los medios de comunicación, y que repiten hasta la saciedad, demuestran y me hacen pensar en lo falso que es el ser humano.

La sinrazón de una guerra sin sentido, que ha provocado esta desbandada de ciudadanos, no es otra cosa que un maldito interés de las grandes potencias por alimentarla, pues la tímida respuesta habida para acabar con ella así lo demuestra. Pasan los días y hasta un niño de 13 años repite en la televisión lo mismo que dije hace un par de semanas: "paren la guerra y no tendremos necesidad de salir de nuestra tierra". Y para eso bastaría sencillamente con una decisión drástica de la ONU, responsable de tener orden en el mundo, y mantener a raya a ciertas naciones. Pues no, ni siquiera se han reunido todavía, y Europa pierde el tiempo repartiendo personas o fijando cuotas de refugiados, tantos para ti, y tantos para más allá, como si dosificaran arroz para una paella. No señores, son seres humanos entre los que hay niños indefensos a quienes están tirando comida como si estuvieran en una granja.

No era mi deseo escribir dos veces sobre el mismo tema, pero es que esos rostros producen verdadero dolor, tristeza y pena, y muchos ni siquiera entienden por qué se ha arrasado de esa manera su tierra. Los medios de comunicación hacen su agosto creyendo que cuanto más repitan las imágenes y más duras sean, más concienciación habrá, y están bastante equivocados, lo hacen porque mantienen sus esquemas económicos y viven de esta triste tragedia humana.

Uno se estruja el cerebro pensando en alternativas para solucionar esta grave crisis, y aunque suelte una barbaridad pregunto: ¿Esos países podridos de dinero en el golfo pérsico, Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes, Omán..., no tienen la misma obligación que Europa? Todos profesan la misma religión, el Islam, y los refugiados no tendrían que modificar su forma de vida tan religiosa. Arabia Saudí tiene una mayoría religiosa de suníes, igual que en Siria, parece que la convivencia sería impensable porque son enemigos acérrimos, pero son países limítrofes, y el traslado de estos seres humanos no es impensable, teniendo campamentos y terrenos con agua y luz, amén de las tiendas de campaña casi de lujo con aire acondicionado que solo utilizan una vez al año para esos dos millones quinientos mil compatriotas que visitan la Meca. Algunos medios se atreven a hablar tímidamente del tema, pero el resto da la callada por respuesta siguiendo las órdenes de la Unión Europea. ¿Cuál es realmente el fondo de todo esto?

En España ya salió la vena hipócrita de la izquierda, que empieza a defender la construcción de mezquitas para sus obligaciones religiosas, y por supuesto ofrecerles vivienda, trabajo, atención médica, escolarización de los niños... mientras la iglesia católica sigue parcheando las vidas de los pobres del país, o profesa su Fe en condiciones deplorables, como ocurre aquí mismo en el Puertito de Güímar, que los fieles tenemos que escuchar la Misa al aire libre bajo un techo de paja que aguanta las inclemencias del tiempo, frío en invierno y sol en verano, porque no cabemos todos dentro de la capilla.

El presidente de Caritas Diocesana se desgañita pidiendo ayudas a las autoridades, y afirma que tenemos un 30% de pobreza y miles de parados con familia y sin ningún tipo de ayuda. Aquí también muere la gente en la calle, en parques y jardines, y nadie se conmueve tanto como con la desgracia de los sirios. No me entiendan mal, claro que están sufriendo, pero ¿no nos estamos pasando? No es mi estilo hacer comparaciones, y menos con el dolor humano, pero me hace pensar que algo esconde esta insistencia por llegar a Alemania. La verdadera intención no alcanzo a descubrirla, pero los países árabes siempre han defendido una ocupación, porque no olvidan su pasado, especialmente en España donde dejaron un gran legado, aunque no recuerdan que no fueron los primeros en llegar.

¡Que acabe esta tragedia!

aguayotenerife@gmail.com