La incorporación de Podemos al grupo de Gobierno del Cabildo de Gran Canaria se produjo en contra de la posición de la dirección del propio partido. Una parte de los consejeros de Podemos en el Cabildo, con Juan Manuel Brito a la cabeza, acabaron imponiendo a la dirección su incorporación al pacto de izquierdas liderado por Antonio Morales, amigo personal de Brito. Al final, Podemos aceptó a regañadientes el acuerdo, una nueva vuelta de tuerca en el conflicto que enfrenta a una parte de los consejeros electos con Meri Pita, secretaria general de Podemos en Canarias, y avalista de la candidatura derrotada por Brito en las primarias internas. Pero nada más arrancar la andadura del Cabildo, trascendió a los medios una demanda contra el cabeza de lista de Podemos -algunos dicen que filtrada por sus propios colegas, aunque otros apuntan al entorno de la Delegación del Gobierno-, por presunto abuso de una menor, hija de su antigua pareja. Se trata de una historia vieja, muy conocida en Las Palmas, y sobre la que se manejan muchas opiniones enfrentadas. Por si las moscas, Podemos decidió suspender cautelarmente de militancia a su vicepresidente en el Cabildo, a la espera de sentencia judicial. Con tan mal comienzo, el mal rollo estaba asegurado para este período de mandato, pero aún así Antonio Morales prefirió confiar en Brito que hacerlo en Coalición Canaria, que con un solo consejero podría haberle dado la mayoría.

La entrada de Podemos al gobierno insular impuso cambios en el funcionamiento del Cabildo. Uno de ellos, presentado como ejercicio de transparencia en la designación de los cargos, fue la celebración de unos concursillos abiertos a todos los ciudadanos, para seleccionar el personal de confianza adscrito a los consejeros. Los concursillos, con más voluntad cosmética que otra cosa, han sido un verdadero desastre, porque se han forzado para nombrar a quien se podía haber elegido legalmente sin necesidad de hacer el concurso. Las críticas en la calle son continuas, y ya hay una renuncia explícita de un asesor de Juventud que se hizo con el puesto de confianza vía concurso, un politólogo de Podemos, enchufado desde Madrid.

La bronca ha venido ahora por la selección de la actual compañera del mismo Brito, Noemí Parra, propuesta vía concursillo como nueva directora general de Igualdad del Cabildo. Aún no había sido nombrada, pero en el río revuelto que es hoy Podemos en Gran Canaria, con el partido dividido y enfrentado desde las primarias, las acusaciones internas de nepotismo y la amenaza de expulsión del número uno del Cabildo -Brito- no se hicieron esperar y han provocado la renuncia de doña Noemí, una señora -por otro lado- con un magnífico currículo para ese puesto. Pero es que llueve sobre mojado, después de los polémicos nombramientos realizados por la alcaldesa de Madrid: en todas partes cuecen habas. Las habas de Podemos en Gran Canaria tienen nombres y apellidos de coleguillas y familiares, y abren una grieta de difícil resolución en un partido que en Las Palmas capital consiguió -hace tan sólo unos meses- más porcentaje de votos que en cualquier otra ciudad española.