Anoche tiró de tradición, de las costuras más clásicas de su repertorio para clausurar el Festival de Música Mexicana "Musaméxico". El concierto, que se celebró en el Museo de la Naturaleza y el Hombre (MNH) de la capital tinerfeña, iluminó a una Lüla Reyna que mostró a los asistentes todo su mestizaje sonoro. La intérprete nacida en Guadalajara cantó al amor, al dolor, al olvido, a la intolerancia... Descargó su delicada voz envuelta con las sonoridades de una banda que dio vuelo a sus sueños, miedos, recuerdos... Lüla Reyna es una joven intérprete que mira con desparpajo y de frente al pasado.

¿Apostar por esta música en los tiempos que corren casi es un acto suicida?

El folclore es un camino duro y largo. En México, precisamente, es algo que aún cuesta asimilar de una forma bonita por parte de la gente que hace cultura. El sistema mexicano no concede demasiado protagonismo a las comunidades indígenas... Todas las culturas milenarias, entre las que por supuesto se encuentra la música, lo tienen muy difícil a la hora de conseguir apoyos. Parece que componer y cantar este tipo de música en 2015 es como vivir alejada de nuestro tiempo, pero los que estamos en el camino del folclore hallamos satisfacciones que otros no disfrutan. Esto es como caminar cuesta arriba, pero cuando vas a otras partes del mundo te reciben de una forma preciosa. ¡Vale la pena!

¿Una de esas satisfacciones se conecta con las sensaciones que generan sus composiciones a los espectadores?

España me atrapó hace un par de años, bueno, fue un valenciano el que me conquistó (sonríe)... Este país tiene un amor muy especial hacia la cultura mexicana y eso es algo que se percibe cada vez que me subo a un escenario. La gente queda muy tocada al final de los conciertos y, además, lo tengo relativamente sencillo porque todos los que me han conocido a través de la música son personas que se quedan para siempre alrededor de mi música. Hace años que vivo a caballo entre España y México, pero cada vez que me dan la oportunidad intento que el mundo se haga un poquito más chiquito.

¿No deja de ser sorprendente que una intérprete joven se interese por recuperar tradiciones a través de sus canciones?

Pero eso es algo que yo llevo en la sangre; me lo metieron desde que era pequeña porque mi madre nació en uno de esos pueblos profundos de Jalisco: en casa siempre hubo una guitarra y alegría... Mi gente es muy mexicana; gente sobre la que han creado todos esos clichés de la abuela torteando el maíz en una cocina en penumbras o los niños que juegan descalzos en una calle polvorienta. Cuando me tocó decidir que tenía que entrar en la música profesional no tuve dudas sobre el género que quería hacer: mi voluntad siempre fue cantar música de mi país. Disfruto enseñando mi cultura desde sus raíces.

En sus letras la mujer tiene un peso específico; ¿eso es un posicionamiento contra las barbaries que sufren las mujeres en México y, por supuesto, también en el resto del mundo?

¿De qué sirve que yo diga que México es el lugar más bello del mundo, que toda su gente es maravillosa o que tiene una gran cultura cuando la realidad es otra? Es imposible ir por el mundo diciendo lo bonito que es mi país y silenciar a los telenoticieros... Faltan mil cosas por hacer. Aquí lo llaman mogollón, ¿no? No solo hay que arreglar los problemas que sufren las mujeres, sino los vinculados con las poblaciones indígenas y asuntos de inseguridad. En México los avances sociales van despacio, pero también es verdad que hay mucha gente trabajando para cambiar esa situación.

¿No tiene miedo de que todo esto se quede en un posicionamiento utópico?

Mi último disco lo cierro con una canción que habla no solo de lo que yo espero que pase en México, sino en todo el mundo. Igualdad o algo tan simple como la paz. En mi país no es que exista un problema de falta de seguridad; allí hay zonas tan frágiles en las que el sentimiento de violación a la vida es algo cotidiano. ¿Pero eso quién te lo arregla o cómo se puede cambiar? El mundo de la cultura es un vehículo para ponerle voz a esas injusticias.

Cuando esta noche (por ayer) acabe su concierto llegará el cierre de "Musaméxico"; ¿qué opinión le merece este tipo de ciclos?

Da mucho gusto ver que montan todas estas actividades en torno a la cultura mexicana, pero ese placer aumenta al participar en un certamen que mira a un país que está al otro lado del charco. ¿Aquí también lo dicen así? Vine acompañada por una banda de jazzistas valencianos a descubrir una tierra que aún no conocía.

"Aquí existe una calidez personal diferente"

Aterrizó el jueves por la noche en Tenerife y ayer estuvo reconociendo algunos lugares de una ciudad que aún no había incluido en su libro de visitas. "Llevo poco tiempo en la Isla, pero aquí existe una calidez personal diferente al resto de España. La gente es más cercana y sí que tiene algo que la conecta con mi país", dijo antes de enfrentarse a la audiencia tinerfeña por primera vez. "Los que vienen a verme saben que me gusta intercambiar impresiones con el público", puntualizó antes de comenzar su actuación en el Museo de la Naturaleza y el Hombre (MNH). Buena parte de su primera actuación en Canarias la dedicó al contenido de su último disco ("Madre Mestiza"). Lüla Reyna convierte cada actuación en un viaje sonoro en el que el espectador encuentra lazos que conectan África con América; España con su Guadalajara natal. Folk, dixieland, jazz, rancheras y, sobre todo, una alta carga poética. Eso es lo que hay en la obra de esta artista.