La primera parte contratante de la segunda parte contratante no podrá alterar el contrato que la segunda parte contratante ha suscrito con la primera parte contratante. Esto es así de claro y lo saben muy bien los registradores de la propiedad, como Mariano Rajoy Brey, que otrosí es además y casualmente presidente de los españoles.

Ahora bien, ser presidente de los españoles significa que no lo eres o puedes no serlo de quienes no sean expresamente españoles. ¿Son españoles los catalanes? Pues hasta hoy domingo sí, pero tal y como están las cosas pudiera ser que ser catalán sea solo un estado transitorio y evanescente hacia alguna parte que no necesariamente es España. Un catalán podría seguir siendo catalán, pero dejaría de ser español si ambas cosas fueran incompatibles.

Mariano Rajoy Brey no sabe muy bien si los españoles son españoles de la cuna a la tumba o por el camino pueden dejar de serlo de alguna manera. Por ejemplo, un español cuando muere y es incinerado constituye un caso claro de una persona que ya no es español -básicamente porque ya no es persona viva-, aunque no haya perdido su nacionalidad. Ha perdido el resuello y puede que hasta hayan chamuscado con él la partida de nacimiento, pero las cenizas siguen siendo orgullosamente hispanas. Hay incluso españoles que sin morirse siquiera tienen otras nacionalidades, como por ejemplo (por veinticinco pesetas) un venezolano.

Se puede tener, por lo tanto, doble nacionalidad pero sólo en una serie de casos muy concretos. No se puede ser alemán y español, por ejemplo, porque, además de ser ontológicamente imposible ser ambas cosas a la vez, resulta que ninguno de los dos Estados te lo permite. O eres kartofen o bailaor de flamenco, pero las dos cosas va a ser que no.

De ahí que a Mariano Rajoy Brey se le trabara esta semana el paraguas de su brillante oratoria, se le congelará el frenillo y se le atragantara el gaznate, cuando le preguntaron qué iba a pasar después de hoy con los españoles que viven en Cataluña y si por el hecho de que Cataluña se declare independiente dejarían de serlo. Aturrullado como estaba y seguramente algo fatigado por el peso de la púrpura y porque es muy duro y muy farragoso estar todo el día del tingo al tango y del tango a la Moncloa, nuestro amado presidente dijo que los españoles de Cataluña dejarían de serlo al día siguiente de que a Más le dé la ventolera de salir al balcón y declarar el estado de la butifarra. Lo cual es un disparate porque los españoles del Bajo Llobregat y del Alto Ampurdán, o viceversa, y si es que hay alguno, seguirán siéndolo por sécula seculorum hasta que les ocurra renunciar voluntariamente al privilegio que tienen por cuna. No por vivir en un país extranjero deja de ser español un español.

Lo que el brillante aunque confuso presidente del Gobierno de España quiso decir es que Cataluña dejaría de ser España y de ser Europa en el momento en que se declare independiente de ambas. Es decir, cuando la segunda parte contratante mande a tomar por nalgas a la primera parte contratante. Pero los españoles que no quieran dejar de serlo podrán seguir residiendo en ese nuevo territorio extranjero e incluso, en vez de marcar sus puertas con una señal roja de sangre de cordero, podrían ponerse el DNI en la frente para distinguirse como nacionales en el caso de que España decidiera mandar a la Acorazada Brunete a invadir a ese nuevo país que de repente habría tomado el lugar de Cataluña.

"Winter is coming". No. No es el anuncio del aterrizaje de un ATR canario. Es que el Lord Comandante Rajoy ya ha levantado con su lenguaje un muro más allá del Ebro para que la Guardia de la Noche mantenga a raya a los salvajes. Esos que saldrán hoy a votar si cortan amarras con España. Con independencia de lo que pase, no ha tenido Rajoy su mejor semana. Y es que a veces es mejor callarse la boca y parecer tonto que abrirla y dar algunas evidencias.

Cuando esta noche se cierren las urnas empezará una de las etapas más complejas de la reciente historia de España. Una que necesitará de inteligencia, tolerancia y ponderación. Y como de eso ya parece que no hay, señoras y señores, démonos por jodidos.